En el
mundo del teatro que es el que más me gusta se dice que todo
está dicho. Por lo tanto, los dramaturgos apostamos a contar
la ya contada historia, de amor o de desamor pero de manera
diferente. Exactamente eso es lo que Cristina de la Concha ha
hecho a través de este hermoso libro.
Primer
acierto: la sorpresa, su manufactura, es decir el tamaño, el
color, la impresión, me sorprendieron. Es un texto que los
críticos bien podrían describir como múltiple y fragmentado. A
través de cada fragmento la autora va incorporando la
información para lograr la trama. Los fragmentos serían cada una
de las páginas ya que cada página es totalmente diferente a la
anterior y a la subsecuente.
Segundo
acierto: el rescate. Se nos cuenta una historia que está allí al
alcance de la mano pero creo que la vida actual nos impide
detenernos y reparar en ella. Estamos preocupados por el último
modelo de celular o de tableta pero ya no nos preocupamos por
comparar mi letra con la del vecino, la novia o el profesor. Es
más ya no nos tomamos la molestia de tomar una pluma y escribir,
optamos por oprimir teclas y botones. El trono ocupado por el
libro es ahora el confortable tabernáculo de la computadora. La
historia aquí contada nos lleva a la imaginación y al recuerdo.
Con imaginación quiero decir, el mecanismo por el cual podemos
crear una representación. Esta puede quedar reducida no solo a
la visión sino también incluir a los otros sentidos. De allí
pasaría a la etapa de recuerdo, en el caso que nos ocupa sería
un recuerdo con pistas. Funcionará así: yo les pido que imaginen
la letra ese, después la visualicen mayúscula, minúscula,
grande, pequeña, de color, etc. Después les pediría recordar
cómo escribe esa letra ese alguna de las personas
cercanas o ustedes mismos. ¿Cómo escribieron esa letra ese
ayer en la tarde o cómo la escribirían en este momento?
Primer
reto: tendríamos que analizar si este libro está fuera o dentro
de la literatura tradicional. Si lo situamos en el mundo de hoy,
yo diría que de entrada hay una fuerte competencia con los
medios electrónicos actuales.
Segundo
reto: Preguntarnos en donde quedaríamos situados si nuestra
caligrafía fuera estudiada por la psicología moderna. Descubrí
que los rasgos de cada individuo pueden definirlo como ser de
gran personalidad, terco, independiente y todos los
calificativos imaginables. Un rasgo de más o de menos puede
llevarnos de la actividad a la pasividad, a la compulsión o la
transferencia, todas palabras peligrosas en manos de cualquier
terapeuta. Y todo ¿por qué?, ¿cómo se llega a esas
conclusiones?, a través de simples movimientos de la mano
plasmados en una hoja de papel.
La
lectura de este texto no solo me hizo pensar en retos y
aciertos, también me hizo pensar en todas la cosas que nos
rodean, a las que ponemos la mínima atención. Desconozco si mis
nietas o alguno de sus amigos, en un futuro, se detendrán a
describir y narrar la historia del celular o del iPad.
Mientras
eso sucede yo simplemente felicitaría a la autora y a los
editores por este maravilloso libro objeto, ya que lo considero
más que un libro, estoy segura que todo el que lo adquiera
recibirá una muy agradable sorpresa y disfrutará leerlo y
compartirlo. Concluyo con una pregunta: ¿Qué busca el
escritor? Comparto mi respuesta: Todo escritor busca lectores.
El lector que se acerque al Cuento Caligráfico de
Cristina de la Concha, será un lector exigente en busca de un
libro exquisito.
Mariluz
Suárez Herrera
Centro
Cultural José Martí
Ciudad
de México
8 de
octubre de 2014.
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