Tulancingo cultural

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20 de junio, 2015

             
 

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Sucede

Cristina de la Concha

 

 

Un día, cometí un error. ¿Un día? muchos. Pero ese día en particular, se me olvidó. ¿Ese día en particular? Y todavía peor: no le di importancia. Dije, ah, ok, luego... orita. Pasó un año. Alguien lo señaló, lo corregí. En realidad, no lo leí, sólo lo corregí en mi plana de Word y se publicó en el boletín conmemorativo de la ULatE, abril 2013. Meses después, en un brevísimo rayo de luz recordé que estaba en internet y no lo había corregido. Dije, sí, orita. Pasaron otros meses, otro rayo de luz, un poco más intenso, y dije: orita mismo lo quito de internet y luego lo leo porque orita no tengo tiempo. Ya ni me acordaba qué había puesto... pero si sólo era de quitar esa palabra que nada tenía que ver, que carecía de sentido, que estaba ahí por un error anterior. Yo lo había escrito años antes porque estaba trabajando otro texto que nunca terminé y tomé fragmentos de allí para este último, fragmentos que creí leer con atención, que iluminé, corté y pegué.

            Cuando no se revisa el trabajo, sucede. Cuando se hacen cinco cosas distintas al mismo tiempo, sucede. Cuando se quiere terminar a toda prisa, sucede. Cuando cosas que se creen más importantes rondan la cabeza, sucede. Cuando uno se confía, sucede. Y me sucedió, y no es la única ocasión pero, en otras, he tenido la suerte de revisar con la mente más concentrada. Los errores se cometen, sí, y más comunes son en la escritura, me parece, porque algo hace que se vea “sin” ver, pero este error fue, además de olvido, de descuido en lo que pretendo como oficio y esto lo vuelve muy grave. ¿En qué estaba pensando para ignorarlo y después olvidarlo? ¿Habrá sido “la Nada” de la que estaba hablando en ese texto? pero “la Nada” se apoderó de ese texto durante ¡tres años! hasta ahora que un rayo intenso de luz alumbró el recuerdo, fue una madrugada hace unos días que desperté con él, como si lo hubiera estado soñando toda la noche, obsesivo, y, de nuevo, le resté importancia y lo puse en el olvido porque ¡andaba muuuy ocupada!!! Mea culpa, no quise revisar, no quise volver a leer el texto, no quise revisar cuando me lo señalaron, no quise releerlo, no quise detenerme a revisar, no quise verlo, simplemente no quise, porque sí estaba ocupada, muy ocupada, mi mente estaba ocupada, siempre estoy ocupada, sí, pero si quiero, busco, pretendo ser escritora, debo tener el tiempo necesario. Quizás en el fondo de mí no quiero y “la Nada” ayudó. La palabra inminente se coló dándole un sentido extraño a otra frase que desaparecí, o... ¿no estuvo nunca? ¡ay, nanita!... y así nomás, allí quedó (“Nuestra aventura ULatE 2012”)... ups. Mis sentidas disculpas a mis lectores.

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      Los vendidos y los infiltrados

 

Declaración

 

... el fondo que tocamos...

 

 
             

 

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