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LUIS ALBERTO AMBROGGIO, UN FUERTE ABRAZO A LA VIDA
por Carlos
Santibáñez
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La obra de Luis Alberto Ambroggio nos lleva al interesante tema del
hispanismo literario en Norteamérica. La doctora Adriana Corda, ha
documentado en estudios críticos los temas de identidad,
transculturalismo, resistencia al discurso del poder, disociación y
dualismo, en la poética de Ambroggio, no ajena en su momento a la
rica vivencia del exilio, como vemos en su opúsculo Poemas
desterrados del año 1995. Adriana Corda hace énfasis en el
discurso de la identidad que se halla presente en su obra intitulada
Los Habitantes del Poeta.
Algunos latinoamericanos extrañan en Norteamérica una conciencia
social, y esto es falso. Al contrario, es apasionante descubrir que
Whitman no está solo. Precisamente Luis Alberto Ambroggio lo ha
hecho en poesía, y en su vertiente de ensayo sobre hispanismo
literario, donde recrea, por ejemplo, la obra del autor Santiago de
la Hoz de Laredo que en su poema “Sinfonía de combate”, pone unos
versos que vienen que ni pintados para las crisis que regularmente
estremecen a México y hasta parece que vienen al pelo al momento
presente: “¡Pueblo, despierta ya: tus hijos crecen/ y una herencia
de oprobio no merecen”.
Destaca el poeta Ambroggio en este tenor, la tarea de colectivos
poéticos como el intitulado: “Para eso la palabra”, o el Teatro de
la Luna que organizara en Washington maratones de poesía en español.
Así como el valor de antologías conjuntas como: “Los paraguas
amarillos”, la hermosamente intitulada “Piel Palabra”, o “La Ciudad
Prestada”, poesía latinoamericana posmoderna en Nueva York,
publicada en 2002.
Alegra constatar que en Norteamérica, en los espacios cultos hechos
para el estudio del ser humano y sus riquezas, también hay un
respeto y un cariño por nuestra poesía latinoamericana, y esto es
así, -la poesía que hoy nos ocupa de Luis Alberto Ambroggio lo
comprueba-, porque la poesía es del mundo. Es más: hermana al mundo
de buena voluntad. Cumple lo que pedía la Oda a la Alegría de
Schiller que Beethoven cita en su Novena Sinfonía, de que los
hombres volverán a ser hermanos.
En el jardín de los vientos,
la antología que hoy nos ocupa, se abarca su obra poética de 1974 a
2014, incluye sus diecisiete poemarios, algunos de los cuales han
dado tanto que admirar a sus contemporáneos como: “Hombre del aire”,
“Oda ensimismada”, “La Arqueología del Viento”, “Por si amanece”,
“Los habitantes del poeta”, ““El testigo se desnuda”, “Laberintos de
humo” o “Cuando el amor se escribe con alba”, intuiciones que harán
época como “El farol seco”, “Escape elemental”, “La muerte del
tiempo”, o “Todos somos Whitman”. De hecho, al presentarse en
Washington la antología En el jardín de los vientos,
durante un evento que tuvo lugar en la Librería Pórtico, también se
comentó el poemario “Todos somos Whitman”, en honor al escritor
estadounidense autor del Canto a mí mismo, de quien Ambroggio
ha sido siempre un admirador por su profundidad literaria.
El autor Carlos Parada, editor de: Al pie de la Casa Blanca,
Poetas Hispanos de Washington, publicado en Nueva York en
2010 por la Academia Norteamericana de la Lengua Española, quien
tomó parte en la presentación de esta obra en Washington, destacó
poemas de fino corte erótico en la antología, señalando que el
tema existencial es, no obstante, el que con mayor regularidad se
encuentra en los poemas; lo que ocurre es que el erotismo no sólo no
está alejado del tema existencial, sino que es un componente
inseparable del mismo. El erotismo no siempre nombra, no necesita
caer en la obviedad del retrato hablado, sino sugiere, más que
nombrar explícitamente, y en ello está su sí o su no, en esa riqueza
del poder sugestivo radica la posibilidad de su fraguado. “Today is
the day to kiss each other with lips become wings” (“Hoy es el día
de besarse uno al otro con labios convertidos en cuerdas”).
Se ha dicho que “crece con su poesía en el recorrido por una
realidad cotidiana cada vez más consciente de su precariedad y
abierta a la problemática incesante del tiempo. Nos compromete en
una rigurosa indagación del sentido de la vida y donde la poesía es
el auténtico vínculo con lo esencial”. Se revela como una de las más
importantes poéticas en español, escritas en los Estados Unidos.
Afirmaciones suscritas por Carlos E. Paldao, Presidente de la
Academia Norteamericana de la Lengua Española, correspondiente de la
Real Academia Española, y Rosa Tezanos-Pinto, también miembro de la
Academia desde Indiana University, entrañables maestros que
comprenden la trascendencia de su palabra.
Hay que decir, al respecto, que su poesía ha sido grabada en los
Archivos de Literatura Hispanoamericana de la Biblioteca del
Congreso de los Estados Unidos, y dar cuenta asimismo, de lo que
dice en torno suyo la Revista de Poesía de la Casa de América: que
es un representante destacado en la vanguardia de la Poesía
Hispanoamericana en los Estados Unidos. En voz del propio Ambroggio,
sus seres queridos inspiran su poesía con su existencia sencilla
y multiplicante. Y que lleva también a su querida Argentina.
Recordemos que él ha escrito la letra de la canción folklórica:
“Dame el Pan, Argentina”, la cual mereció el honor de ser grabada
junto a la Oda a la Patria, de Borges.
Un verso que pinta de cuerpo entero el pasmo existencial en
Ambroggio estaba dado ya desde su poema “Mi primer vuelo”, donde nos
dice: “Miré el azul de cerca”. Sentimos que el azul se ha vuelto de
pronto una palabra nueva, cuyo significado no hemos aprendido del
todo, y esto es la poesía. La lengua de la poesía es aquella para
la cual no hay palabras aprendidas con anterioridad. El ser
humano se asombra al conocer los colores pero sobre todo el azul, el
azul, lo dijo el modernismo, más que un color es un sentimiento. El
saber que acumula el ser humano de ninguna manera se pierde o se
destruye como pretende el pesimismo, sino que marcha a un destino
complejo y profundo, por eso dice Ambroggio: “La tierra me espera/
con brazos de madre./ Con mi sonrisa feliz/ le traigo algo del sol
triunfante”. Y ese algo del sol triunfante es lo que hace valiosa la
poesía, asumida en Ambroggio como el acopio de una posibilidad. La
esperanza. De hecho él tiene un ensayo en que se refiere a la
esperanza en la poesía de César Vallejo y Paul Celan, intitulado:
“Esperanza en la piedra del silencio”, habiendo dado cuenta,
asimismo de la convergencia de la esperanza entre dos poetas
latinoamericanos, esta vez Vallejo y Darío, en el poema “El
Retablo”. Fue la madre de Ambroggio, quien le obsequió a él una
antología de César Vallejo que para él pasó a ser invaluable. La
obra rubendariana es también un valor de referencia constante en la
estética de Ambroggio, quien a su vez ha estudiado a Darío
comparativamente con Borges, y traza las convergencias y
divergencias entre el nicaragüense y Pablo Antonio Cuadra. “La
esperanza resucita en los mortales”, afirma el poeta Luis Alberto
Ambroggio. Solamente el poeta puede tomar en serio lo de las alas.
Nombramos lo inefable. Dice Ambroggio: “Nosotros les damos a los
cuerpos sus alas”. Escribe Agamben que el lenguaje custodia lo
indecible, diciéndolo. Al hacer un poema del mar, el autor
reconoce, por ejemplo: “Bien podría ser la Web de las ondas”. Hay
una verdad en las cosas que es insondable, lo más que puede hacer el
lenguaje no es nombrar las cosas sino anunciarlas, pro-nombrarlas.
Así al otear con el rigor del inspector de lo real, del
inventariador de la cosa presente que diría Claudel, “cuerpos
espirituales que se elevan/ a desafiar la muerte/ como una luz
siempre vigilante”. Como quería Vicente Huidobro, en el fondo de las
tumbas, en el fondo de los mares, en la profundidad del crujido,
vientos. A eso nos lleva el nombre de la antología que hoy
presentamos en México: En el jardín de los vientos.
Vientos que llevan volando las palabras, donde la mayoría, lo
sabemos con pena, se deshacen, se las lleva el viento.
¿Mas para él, miembro de la Asociación “Prometeo” de Poesía de
Madrid, ¿qué son las palabras? “Las palabras son la vida y el agua
de los tiempos”. ¿Podría ser la suya entonces, una poesía del
lenguaje? Es demasiado auténtico para ello; su obra ya cabalga entre
dos siglos, pero con la modestia que acompaña a los grandes, el
también Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española,
habiendo estudiado Filosofía y Letras, adaptado al ser y al estar de
los Estados Unidos mantiene el doble significado del que en inglés
constituye un solo verbo: to be, elige como motivo de
“Aniversarios”: “Soy un árbol esclavo de estaciones/ con raíces y
semillas que caminan el tiempo”. Y el tiempo, bien lo sabe el poeta
incluido en “Bridges to Literature” y “Pasajes”, el tiempo es
solamente una parte inseparable del alma. ¿Y el poema?
El poema es un mentís a la soledad. El poeta, resumiremos en
homenaje a Ambroggio, es aquel que “siembra cenizas de colores en la
soledad”. Por eso ha dicho: “Si mis huesos serán cenizas, mi alma se
quedará en poemas”. “El poeta, no está solo. Reza el diario de Ana
Frank”. La obra del creador que nos ocupa esta noche, es, como lo
dice el título de uno de sus libros, un Homenaje al Camino.
Leerlo representa una oportunidad de recuperar la capacidad de
admirar que va de retirada en el hombre moderno. Va al rescate de
ello en otro de sus textos, nombrado La desnudez del asombro,
así como también en El testigo se desnuda. Bastarían para
incitar en los que vendrán el ávido deseo de buscarle sus deliciosos
Laberintos de Humo. Bastaría leer la Arqueología del
viento, para volver a percibir el fuego interior en quien lo
haya perdido a causa del desdoro de la vida siempre acechante a la
vuelta de los años, o para retomar el misterio de estar vivo cuando
la alegría, como decía Darío, se le rompa en un fracaso de
cristales. No dejarán de percibir los políticos cuando sus
pasiones amainen y se sedimenten en lo alto de la serenidad
crispada, la sabiduría imbíbita en: Por si amanece, cantos de
guerra. Los maestros de creación literaria le agradecemos el
habernos brindado el secreto de su estética en El arte de
escribir poemas. Apuntes para no llevar necesariamente el apunte.
Y todos nos unimos en un solo abrazo a su persona, en un filial y
decisivo abrazo por el valor de su preciosa antología que hoy nos
convoca En el jardín de los vientos, que va impregnando ya su
huella de amor y de esperanza en esta América toda, con el dejo de
luz con que nos honra al leerlo en el imperio del alma.
Poeta Carlos
Santibáñez Andonegui
México, desde los
últimos días del otoño
2014 |
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