Tulancingo cultural

tras los tules...

 

Principal

en las letras en la música y la actuación en la plástica sociología y sociedad histórico tradicional y legendario interesante gastronómico ciencia y tecnología hacedores
     
 

autores - los maestros en Tulancingo - autores tulancinguenses - reseñas

 
 

centros y actividades culturales - convocatorias

 
     

 

 

8.May.2008

 
 

 
 

 Maricela Guerrero

 

 

Poema en que se retoma el beatus ille[1]

 

No sé qué pero yo, hoy ni mis muertos

con Mahler y toda la cosa, ni Pearl Jam, ni la santa suerte

de vivir en un departamento sin jardín interior exterior

---ni una plantita, vamos ni sapos, palmerines---

pastizales;

no concreto la imagen, la heráldica de cada cosa: por ejemplo, los

ingenios azucareros, sin dulce nada --un terroncito--.

Sabíamos que se nos iba a subir el azúcar a las barbas,

habrá que sintetizar proteínas, carbohidratos, semen sintético;

azúcar fermentado: alcohol –OH;

con todo, ni la química la biología entiendo,

nadie sacó oro de las piedras, tampoco vida eterna ¡benditos!

Pierdo los dientes, el cabello:

las uñas crecen (se entierran) con los años....

a los señores del belive or not:

un hombre de India o Pakistan o de Almería (exóticos lugares modernistas)

no gustaba de cortarse las uñas y de todo le hacían hasta subirle

los calzones:

cuarenta y dos centímetros de calcio y años y años y años de

sacrificio para que las uñas crecieran tangencialmente;

si así los pechos crecieran, Dolly Parton, seríamos qué cosa;

pechos como melones (melus- melitus) de nuevo la dulzura, baladas

Dafnis y Cloe cosechando melones del verano,

pese a que los pechos no crecen después de los dieciocho,

a menos que la gestación y no amamantes, pero se cuelgan como

el cordón del teléfono (yo te llamo) o la piola del ahorcado.

Después de todo, no somos eternos:

gocemos del abril y mayo que ya vendrá el agosto,

una golondrina de sí sola no hace verano, no crecen los pechos

ni las uñas, créalo o no....

polvo seremos, y a estas alturas, vaya a saber si polvo enamorado;

quizá enormes pechos consagrados por el celuloide, los platillos

mahlerianos, qué otra cosa

el azúcar se disuelve

te friega los dientes y las arterias,

por eso los ingenios y sólo te pagan las horas de la zafra,

zafremos palabras dulces del verano,

ferméntense que ardan –OH, también mis muertos,

scripta manen, todo se combustiona, los cuerpos

se corrompen, desaparecen,

el pelo, las uñas

polvo polvo nada.

 

 

 

 

 

Carmen

 

Preparar chayotes es un acto recurrente que irremediablemente

me recuerda a mi abuela:

Carmen:

la que lloró de rabia y lo aborreció todo el día

en que la muerte se sentó en la orilla de su cama;

la de los aires de grandeza y familia aristocrática

la de liposucción y estiramiento y dentadura nueva

27 años, ha.

 

Preparar chayotes, parirlos…

 

La de la Viuda Negra, Cherry and Grand Manier y Johny Walter red, blue and black label:

nombres que pronunciaba con mucha clase y que traía de la frontera.

Jugaba a policías y ladrones —amasaba una fortuna, dijeron—

Carmen Capone del Peralvillo Orol,

bodegones de tapanco en vecindad que decía: muy decente.

Carmen de Tokio, Madrid, Turquía, siempre tendrá un París,

sus propiedades, sus fincas: hacendada, acorazada, mi abuela la de las acumulaciones.

Nació en el 27, siglo XX, bailaba a escondidas de su madre, instantes de su fugacidad;

zurcía las medias hilo a hilo, eso dijo: “allá en la Guerra” mientras grandes abría los ojos.

 

“Ponles sal, ráyalos muy fino”, también decía.

 

Yo le quería con toda el alma,

como se quiere sólo una vez

eso llorando cantaba con los ojos y nadie la veía, mi abuela:

 

la que jamás llamó a mis novios por su nombre y se reía.

 

La que a lomo de mula partió en busca de su hijo, el pródigo que vino a morírsele en los brazos: San Marcos, Querétaro, Vallarta, a lomo de mula, el loco, el artesano, su oveja descarriada.

 

Carmen, la que se iba al teatro sola: Brodway decía también las Vegas, Avenida Juárez.

La de zapato fino y maquillaje, afeites de una Carmen Bovary, y alguna vez fue dulce:

recogió el cabello de mi madre y la besó y le dijo que era buena.

 

Sicialianos por salecianos les decía a los padres de la Cosa Nostra Don Bosco, sonrojada ante sus hijas las maestras;

la aristócrata, descendenciente de un poeta xochimilquense ya olvidado, y malamente muy romántico, abuela.

 

La que cultivó canarios a la muerte del abuelo y dejó de bailar.

 

Preparar, chayotes, parirlos.

 

La de los últimos días de costumbres japonesas, la abuela de kimono, faroles, cajitas rojas, porcelanas y zapatillas de dormir muy breves:

 

Carmen.

 


 

[1] Se publicó en Oráculo, primavera 2007.

 

 

 
 

De la poesía de Raquel Huerta-Nava

 

María Guadarrama

 

Marizela Ríos

 

En el DIA INTERNACIONAL DE LA TIERRA este 22 de abril un poema de Victoria Romero, participante del Encuentro de Delicias

 

 

 

 

 

Poesía de Ignacio Martín, De Con toda la intención

 

Participantes del centro del país, del Taller de Cartago, de La Pluma del Ganso, de Tulancingo, y de Buenos Aires

 

Inició el III Encuentro Internacional de Poetas en Ciudad Delicias, Chihuahua

Poesía de Julio César Félix de Torreón, Coahuila, en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Chihuahua

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
     
 

CONVOCATORIA

 

 

Gracias por su visita

www.tulancingocultural.cc ® Derechos Reservados

tulancingocultural@hotmail.com

Aviso legal para navegar en este sitio