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18.Mar.18
Cuestionamiento
a la
Denuncia pública
de Cristina de la Concha
Los
daños
Si bien las enfermedades se presentan, la edad se deja sentir y el tiempo
pone el envejecimiento en su curso, hay motivos para creer que no fueron
éstos los orígenes de lo sufrido manifestado en la denuncia del pasado 4 de
febrero, al respecto y al político, respondo algunos cuestionamientos.
La fibrilación. Habían venido sucediendo conatos de fibrilación desde el
mes de septiembre anterior que sané con energía (2013). Ese 18 de diciembre,
por una muy fuerte fui a la clínica Tulancingo. Esa madrugada había hecho
mucho frío, tenía doble piyama, una chamarra y varias cobijas en la cama, y
el vientre y el pecho helados, el resto del cuerpo estaba a
temperatura normal y así se mantuvieron hasta que comenzó la fibrilación en
la mañana. Estaba en casa de una amiga esa noche y ella me acompañó a la
clínica. El doctor tardó unos 15 ó 20 minutos en atenderme pese a la
urgencia, cuando me recibió, la fibrilación había parado, yo me estuve
haciendo sanación todo ese tiempo. No tomé la medicina que me recetó, él se
quedó con todos los estudios. La madrugada del 25 de diciembre, fue la
última fibrilación. Había tenido otra muy leve el día 22 que detuve con
sanación con energía. La del 25, mismos síntomas: con piyama, varias cobijas
y un edredón, y el vientre y el pecho helados previamente a la
fibrilación, hice sanación con energía de las personas que la estaban
induciendo, nunca tomé medicina y jamás volvió a ocurrir.
El dolor de la espalda. Algunas veces lo había tenido, como suele suceder a
mucha gente, pero no con esta intensidad al grado de obligar a la
inmovilización. Simplemente, amanecí así. No había hecho nada fuera de lo
normal, ningún ejercicio ni movimiento extraños, ni levantado cosas pesadas,
nada, sólo fue así, repentino y sin una razón lógica.
Los esguinces. Lo extraño es que no sucedieron tras una caída sino al
caminar aunque quizás algún médico desmienta esta extrañeza, pero en el
periodo de diciembre de 2014 a enero de 2017, tuve noticia de entre mis
amistades y conocidos de
18
casos de lesiones en algún miembro del cuerpo, 14 casos fueron de mis
contactos de Facebook, donde mi número de contactos eran 845,
¿es natural? De los 17, 10 casos fueron de personas relacionadas con el arte
y la cultura (entre ellos, dos veces yo misma) de los aproximadamente 300
contactos que tengo de ese ámbito,
¿no
son demasiadas personas lesionadas con un miembro inmovilizado? Y el número
de enfermos en esas mismas fechas y de decesos requeriría un artículo
aparte. En mi caso, para el primer esguince, se dobló un poco el tobillo
pero no tanto como para provocar un esguince. El segundo, ni siquiera se
dobló, simplemente comenzó a doler repentinamente al ir caminando en la
calle.
Añado un incidente anterior. Al finalizar el encuentro de escritores de
2012, la última tarde con los escritores fuimos a una cafetería, ya se había
clausurado el encuentro, sólo estaban unas cinco o seis poetas. Allí
llegaron un par de personas a hablar conmigo para pedirme un apoyo para un
proyecto, pero no podía apoyarlos. Se despidieron y se fueron. Más tarde,
cenábamos en el restaurant del hotel y sin haber hecho absolutamente nada,
el pie comenzó a doler y a hincharse, ¡sólo así! sin haberme movido de lugar
en los últimos 40 minutos. Una poeta me prestó unos calcetines a falta de
una venda. La molestia duró toda la noche, por la mañana me hice sanación de
las personas que habían ido a buscarme a la cafetería, el pie sanó y fui al
hotel a despedirme de las poetas.
Sucedió además:
Debilidad en piernas y pies que ya había mencionado. Antes de octubre de
2015, sucedió en algunas ocasiones pero a partir de esa fecha, aproximadamente, se
quedó de fijo acentuándose por algunos periodos hasta que salí del país.
Sensación de asfixia. En dos ocasiones, entre enero y febrero de 2016, sin
haber hecho absolutamente nada, repentinamente, no podía respirar al grado
de que creí que moriría ahogada.
Vómito negro que quemaba cerrando la garganta. Unas cuatro veces, más o menos en octubre o
noviembre de 2015, sin haber comido nada, sin haber tenido síntomas
abdominales.
Cuando se fundieron los fusibles, todos los apagadores y enchufes daban
toques eléctricos, así estuvieron varios días.
Entre enero y mayo de 2016, se descompusieron 4 cafeteras y 2 parrillas
eléctricas. Una jarra de vidrio, estando en la
cafetera perfectamente bien colocada, sin haberla tocado, ni encendido ni usado en las
horas previas, se rompió, así nomás.
Del umbral amplio de dolor, la fractura de tobillo, en 1990, no la noté para
asombro de los médicos que la revisaron, uno solicitó a otro que confirmara
e hicieron tomar varias radiografías de ambos pies para verificar. Del
parto, sólo tuve unas 6 contracciones dolorosas pero soportables.
Comencé a hacer sanación con energía en el año 2008 sin realmente tener una
noción muy clara y más porque me producía mucho malestar no hacerla. Todo
comenzó por un curandero con quien me topé de casualidad cuando una amiga me
pidió que la llevara en mi auto a verlo porque le quedaba lejos, yo no creía
en estas cosas y se lo había hecho saber pero respetaba sus creencias. Ahí,
me sugirió que hablara con él y yo no quería pero él casi me escuchaba, así
que no pude negarme. Él me dijo que yo podía curar con las manos, que él
podría enseñarme, de hecho, allí mismo me mostró cómo hacerlo. Ya nunca
regresé a buscarlo porque no creía, porque representaba el resquebrajamiento
de toda una ideología no obstante que me venían sucediendo cosas extrañas
desde años antes. Y las cosas extrañas fueron en aumento, como la de
sentirme mal al estar con un enfermo y por cuestiones inesperadas, el grado
de malestar me hizo dejar de renegar y ponerme a buscar en el D.F. dónde
aprender. A principios de 2010, tomé un curso de sanación con energía que se
acercaba más a mi lógica que lo que me enseñara un curandero simplemente por
los prejuicios, necesitaba tiempo para comprender estos oficios.
Lo que sorteé y lo que quise
Que yo hubiera querido estar en la política, tener un cargo público, sí,
hubo momentos en que sí. La casa de la cultura, sí, no hubiera sido tan malo
en 2007, las cosas eran distintas, pero, después, ya no, ya no hubiera
salido de ahí, posteriormente me hubieran metido aquí, acá, sumergido, y
quién sabe a qué profundidad, nadie sabe cómo avanza el lodazal hasta que le
sobrepasa. Cuando oí en esas épocas –el 1er Encuentro de Escritores– “lo
único que quiere es un hueso”, desistí, ésa no era yo, requería tal vez
mayor experiencia para manejar las habladurías de los enemigos. Más tarde,
el autoritarismo que traía el nuevo edil no daba buena espina. Pero ya había
visto cómo un político destruyó socialmente a una persona, a un ciudadano
nada común ni corriente, y de ninguna manera querría estar entre aquellos
que obedecen ciegamente destruir la vida social de una persona.
En el año 2000 escribí la primera versión de mi ensayo sobre el abuso, del
que extraje que si la educación es lo único que puede sacar a flote al país,
yo buscaría la forma de contribuir y lo haría a través de la cultura. Yo
tomé una decisión. Cómo y cuándo no lo sabía. Lógicamente, no me adheriría
al autoritarismo si mi intención era contribuir a la educación.
Más adelante, hablé con un funcionario respecto a un cargo y su actitud
reflejó que estaba muy difícil, fue como de menosprecio de mi trabajo y mi
persona. Por fin, ¿quieren o no quieren?, me pregunté. Esta actitud de tremenda soberbia, ya vista en numerosas
ocasiones en los políticos, fue más que suficiente para desdecirme. Y
gracias por ella, lo agradezco realmente porque me hizo alejarme de esos
terrenos pantanosos. Es decir que hay una corriente que va jalando a la
gente y mucha fácilmente cayó en ella, uno acepta pero hay cosas que no y
ésas fueron evitando que me llevara esa corriente.
En otro momento, hubo un cargo posible que implicaba relacionarse de “otro
modo” con el jefe, y, si no había yo aceptado “propuestas” que no
obligaban a tal circunstancia, menos accedería a ésa.
Sí, me imaginaba en un cargo de ésos y cada vez el resultado de
imaginar era la sensación de reticencia, un rechazo contundente. Consultaba
con las amistades, incluso. La sensación no desaparecía. Una amiga sugirió
que quizás estando dentro (de ese partido) se podía hacer algo a favor
nuestro, a favor del pueblo, pero no, eso no lo permitirían, más bien,
meterse con ellos es atascarse en la ciénaga y ésa era siempre la sensación, de
que tendría que realizar labores con las que yo no estaría de acuerdo, como dañar
gente. En la adolescencia Julio Torri C. solía decirme: hay
que saber caminar por el fango sin mancharse.
Y en los años recientes, la imposición del candidato a la presidencia y las
reformas estructurales fueron el motivo por el que no querría ser diputada
de ese partido. Para mí hubiera sido una falla terrible, sin conciliación, a
mí misma. Me imaginé enviando mi renuncia al Congreso desde el aeropuerto
internacional de la ciudad de México, en la sala de espera a tomar un vuelo
de avión a un lugar desconocido, antes que firmar la aprobación de la
reforma educativa o la energética como diputada. Sí, eso es lo que iba a
pasar si yo aceptaba esa candidatura, habría hecho lo que fuera por no
aprobar esas reformas de haber sido legisladora, lo
sabía, lo supe, para principios de 2013 ya se hablaba de lo que serían esas modificaciones a la
legislación.
Manifestarse abiertamente a favor de un partido no era opción, no se ha
creído en eso para los promotores culturales y los artistas porque afecta a
la lectura del arte que desarrollan y los encasilla para la obtención de
apoyos para sus actividades culturales de manera que se los niegan en las
instancias donde están los opositores al partido en cuestión y lo
importante es llevar a cabo las actividades culturales. Sin embargo, se
creía que yo estaría del lado del partido en el poder a causa de las
amistades de mis padres que eran también mías, las de mis hermanos y sus
vínculos con gente de ese partido, por algunos parientes que militan
activamente en ese partido y por amistades mías de la infancia y la
adolescencia que están relacionadas estrechamente con gente de ese partido.
Esto es, yo nací y crecí en ese medio y no puedo negar el aprecio que he
tenido a muchas de esas personas, pero también busqué otras amistades que no
comulgaban con el susodicho sistema, por esa rebeldía innata que desde la
niñez me hizo inclinarme hacia otro tipo de personas. Y en esos años,
digamos antes del surgimiento de Morena, no había opción en Tulancingo. Mi
esperanza era
Luis Gerardo Ize Malaise quien estaba
iniciando un trabajo interesante en Morena pero murió en un accidente en
noviembre de 2013. Habíamos acordado vernos en un par de días para platicar
de su proyecto, y sucedió ese trágico accidente. Yo le había dicho, años
antes, quizás en 2010, que, si él se lanzaba a alguna candidatura, me iría
con él a su campaña y, lógicamente, dejaría la promoción cultural, pero a él
le jugaron varias tretas.
Me mantuve en la promoción cultural pero las puertas se iban
cerrando cada vez más. En 2014, murieron mis dos mejores amigos: en enero mi
amiga de la infancia luego de dos años de estado vegetal, y, en septiembre,
Pedro Gutiérrez, íntimo amigo de
Luis Gerardo Ize, de un cáncer contraído un
par de años antes. No había opciones, ya estaba amenazada, ya habían
sucedido las fibrilaciones, sólo Morena se vislumbraba como opción, y en
Tulancingo para mí aunque ya no estuviera Luis Gerardo. Estaba sola, con los
escritores y artistas no se hablaba de política, los amigos se habían
dispersado, no contaba con el apoyo de absolutamente nadie de mi familia, ni
el de mi hija. Aquellos habían logrado uno de los objetivos más dañinos de
su agenda contra México: amedrentar, dividir, dispersar. Y se creyó que yo,
tarde o temprano, acabaría en ese partido, tantos lo creyeron que mis
propias amistades me negaron su apoyo. Como candidata a diputada sentí que
sí había posibilidades de ganar si la gente no se dejaba comprar, pero
aquellos se encargaron de que el contrincante tuviera mucho dinero con qué
“hacer las compras” y sólo recibí 20mil pesos del INE para mi campaña –ese
candidato recibió 1 millón 100 mil pesos del INE, además de contar con su arca
personal, amplia y repleta– y utilizaron en contra a mi familia y sus
vínculos. Sin embargo, tenía la certeza de que la candidatura sería una protección
mientras durara, así que en el peor de los casos ése era “el plan B”, es
decir, aunque perdiera. De todos modos, había un riesgo, pero el riesgo era
menor que no ser candidata, y ayudaría a Morena a crecer.
En las siguientes elecciones, me buscaron para proponerme la
candidatura de Morena –y de otros partidos–, pero ¿cómo hubiera sido con
sólo dos o tres personas de confianza real, con aquellos lanzando sus
ataques brujeriles diario, y sin dinero? Me propusieron de nuevo en agosto
pasado para las de ahora pero estaba en Canadá, regresar significaba lo
mismo –aunque confirmé a un número mayor de personas de confianza real– y
sabía que estaba en la mesa la Ley de Seguridad Interior que atenta contra
los derechos humanos.
Tenemos que luchar, y luchar contra ese objetivo de ellos de amedrentar,
dividir, dispersar. Hay que quitarse el miedo, como dijo Mireles, “el que no
tiene miedo, muere sólo una vez”. Mi denuncia forma parte de la lucha en la
que estoy, con miedo y sin miedo, con lágrimas y sin ellas, repitiéndome a
cada tanto que tengo que ser valiente porque no hay de otra, es decir, la
valentía no es una opción, es lo único que queda por hacer, ser valientes, agarrar al toro
por los cuernos, a darle pa’ delante. Y quisiera muchas cosas, sí, claro,
vivir en armonía y paz, una vida normal pero primero hay que luchar.
María Cristina de la Concha Ortiz
cristinadelaconcha@hotmail.com
https://www.facebook.com/cristina.delaconchaortiz
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