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Tulancingo, Hidalgo, México

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  La Leyenda del Cuartel
 

De El Mosquito Cultural, Junio de 1990, Segunda Época, Núm. 3

por Julio Torri-Cervi

 

 
 
 
 
 
 

 
 
 
   

En la esquina que conforman las calles de Doria y Heroico Colegio Militar, se encontraba un anexo de la Iglesia de la Tercer Orden, en el cual se instaló la Santa Inquisición.

Lógicamente, por aquella época el lugar inspiraba temor y respeto, además de que se le relacionaba con los tormentos propios de la misma. Posteriormente, este lugar fue transformado en seminario y convento y, al paso del tiempo, se convirtió en un cuartel militar.

La tradición oral de alguna manera ha mezclado todos estos datos, a partir de los cuales se dice que el cuartel militar y el convento estaban juntos y que los soldados golpeaban y maltrataban a las monjas; incluso llegaban a matarlas o a torturarlas atándolas con cadenas o colgándolas de los árboles y cuando algún soldado moría, las obligaban a cavar con sus propias manos la tumba de aquel.

Se dice que las ánimas de las monjas muertas aún andan penando por el lugar. Por eso, algunas veces por la  noche, al pasar por ahí, se oyen voces, quejidos que parecen como si vinieran de muy lejos, o bien acompañadas de ruidos extraños como cadenas.

Se rumora que una persona que vivía cerca de ahí, en una ocasión escuchó llorar a un niño; cuando se asomó por la ventana sólo vio a un gato negro que enseguida desapareció. Luego, se oyeron llantos y voces muy extrañas, risas y quejidos. Nuevamente el silencio invadió la atmósfera y más tarde se escuchó como si estuvieran velando a un muerto.

 

 
   

 

  Todavía hoy en día, en la escuela que se construyó en esos terrenos, cuentan las personas que laboran como intendentes que en una ocasión estaban reunidos en una aula al anochecer; de pronto, se escucharon unas pisadas y se quedaron sorprendidos al ver entrar a un hombre vestido de cadete en otro salón, cuando se asomaron no encontraron a nadie.

Así, transcurrió el tiempo hasta que, en otra ocasión en que el personal tuvo que llegar de madrugada al plantel a esperar a los niños que se reunirían allí para ir de excursión, su sorpresa y miedo fue grande al ver a unos cadetes en el patio que desaparecieron lentamente.

Algunos dicen, al haber pasado por la escuela ya muy noche, haber escuchado ruidos, presuntamente provocados por gente como si estuviera marchando.

 

 

 

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