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III Jornada de CURAR POR EL ARTE

Valentín Romano

 

Buenos días y bienvenidos a la III Jornada de CURAR POR EL ARTE organizada por FACRA (Federación del Arte y la Cultura de la República Argentina) en este bello ámbito de la Sala de Exposiciones del Palacio Legislativo Porteño.

 

El pasaje maestro

 

Pasar de lo siniestro a lo patético,

de lo que nos posee sin saberlo

a aquello que al saber nos duele verlo

y transformarlo luego en lo poético.

 

¡He ahí el arte!, la fórmula que calma

al sujeto neurótico obsesivo,

al melancólico y al perseguido,

lo que inocuo saca el dolor del alma.

 

Yo podría contar ejemplos varios,

más creo que uno solo bastaría:

primera estrofa en la primer poesía

 

de “El Hacedor”, uno de los poemarios

donde Borges nos dice con coraje

como un lector ya ciego sigue el viaje.

 

¿Y qué nos dice este soneto? He leído y escuchado a Tato Pavlovsky y entre tantos otros a los invitados especiales de las dos primeras jornadas de CURAR POR EL ARTE: Alfredo Moffatt y Vicente Zito Lema, que repiten y practican aquella genialidad del Dr. Enrique Pichon Rivière, que doy en llamar el “pasaje maestro”. Es decir, de lo siniestro que nos posee aún sin saberlo, en vez de negarlo, nos animamos a pasar a lo patético, donde reconocemos lo que nos aqueja, lo que nos duele, lo que nos da bronca y de allí lo transformamos en lo maravilloso, en lo artístico, en lo poético.

Así, Borges al frente de la Biblioteca Nacional, rodeado de uno de sus máximos placeres,  libros por todas partes, pero ciego, nos dice: “Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios / que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.” En vez de negar la situación, la enfrenta; en vez de llorar desconsoladamente o de putear a la vida y al destino: ¡hace!, obra creativamente, construye belleza, en este caso una poesía. Y con este hacer transforma lo siniestro y aún lo patético de su situación convirtiéndolo en una salida de alto vuelo, con humor y aceptación nos señala el camino. Se inocula la vacuna como todo verdadero hacedor, probándola en sí mismo antes de recomendársela a otros. Y esa vacuna contra el dolor, la ira, el tedio, etc. es el arte.

Podríamos citar tantos otros ejemplos de lo mismo. Me viene ahora el recuerdo de la gran poeta argentina Elena Cabrejas. Cuando leí por primera vez su novela “Algo habrán hecho” sobre las monjas francesas desaparecidas en la última dictadura genocida de nuestro país, la llamé inmediatamente y le conté que me había devorado su libro  y lo mismo mi mujer. Ella ya me había contado sobre su relación con la hermana Caty, Alice Domon, de cuando Elena era catequista en la Villa, pero yo le preguntaba cómo había hecho para lograr un libro que tratando un tema tan terrible resultaba tan atractivo hasta la última página. Y Elena con esa voz profunda y cálida que la caracteriza me dijo: “gaucho! se trata de construir belleza”. Ella había realizado en sí misma también el pasaje maestro y nos lo había dejado enlibrado para que lo compartamos, transformando su dolor, su pena, en una maravillosa obra de arte. Una vez más estamos hablando de algo que no solo se intelectualiza sino que por sobre todo se vivencia.

Hace poco leí en un libro sobre Borges de Norberto Galasso, un comentario que reproduce del poeta, confesando lo que lo impulsó a escribir  “Funes el memorioso”. Dice así: “Me vi llevado a escribir esta historia gracias a que pasé largos períodos de insomnio. Como todo el mundo quería dormir y no podía. Para dormir es necesario olvidar un poco las cosas. En esa época –duró bastante- no podía olvidar. Cerraba los ojos y me imaginaba, con los ojos cerrados en mi cama. Imaginaba los muebles, los espejos, imaginaba la casa –era una gran casa muy deteriorada del sur de Buenos Aires-. Imaginaba el jardín, las plantas […]  Para librarme de todo ello escribí esta historia de Funes que es una especie de metáfora del insomnio, de la dificultad o imposibilidad de abandonarse al olvido. Ya que dormir es esto, abandonarse al olvido total. Olvidar su identidad, sus circunstancias. Funes no podía. Por eso murió, al fin, agobiado. Esta historia me sirvió para curarme del insomnio: deposité todo mi insomnio en mi personaje. No digo que precisamente el día que terminé la historia haya podido dormir bien, pero aquí empezó la curación.” Aquí tenemos entonces otro buen ejemplo de lo que es curar por el arte.

Es decir, lo que tratamos de realizar con estas jornadas, es reunir a diferentes agentes de la salud, docentes, estudiantes, artistas, pacientes y sus familiares, y al público en general. Y vincularlos a través de cada testimonio, con cada exposición, entrevista o con cada actividad que presente una de tantas variantes del arte al servicio de la salud. Y no solo con las artes tradicionales sino con todas aquellas manifestaciones creativas del ser humano que nos permiten vivir y convivir sanamente.

Una vez me dijo un psicoanalista amigo: “El arte no produce un efecto terapeútico, el arte cura”. Y otro me comentó algo que recuerdo literalmente. El doctor Juan Carlos Gorlero, médico psicoanalista y magister en psiconeurofarmacología me dijo así: “Lo que la genética es a la especie, la poesía es al lenguaje. La poesía domina a la genética. Y el propósito de la vida con la procreación no es la conservación de la especie, sino la transformación.”

Ahora bien, creo que nada mejor que citar algunos ejemplos de los que uno ha vivenciado en tantos años de practicar esto, cosa que nos sucede a todos los integrantes de FACRA.

        En Buenos Aires, Argentina

 

En Buenos Aires, Argentina, se llevó a cabo, el pasado 19 de octubre, la 3era emisión de Curar por el Arte 2012 de FACRA, en el Palacio Legislativo Porteño, actividad de la que el poeta Valentín Romano, parte del comité de organización, nos envía su participación en la inauguración.

FACRA, fundada en 2009, en Buenos Aires, es la Federación del Arte y la Cultura de la República Argentina, más aquí.

 

Una vez haciendo el Taller Poesía Viva en una fundación para jóvenes que buscaban salir de las drogas y el alcohol se me ocurrió llevar unas cuantas biromes para hacer poemas individuales. Aclaro que las biromes estaban prohibidas por considerase objetos peligrosos, o sea en esa ocasión me permití ser un transgresor digamos que por amor al arte. Repartí hojas y las biromes y les di la consigna como verso lanzador: “Cómo me comprometo contra mi mediocridá”. Algunos de los jóvenes se acercaron a mí y me quisieron decir algo de unos de ellos que yo interpreté que era el consabido “fulanito tiene errores de ortografía” y les respondí que no importaba para nada y que pusieran lo que sentían. Por fin uno me dijo que lo que pasaba era que un compañero no sabía leer ni escribir. Se trataba de un muchacho que había estado en la cárcel y que no había tenido la motivación justa para aprender lectoescritura. Entonces dándome cuenta que ya era tarde para ir para atrás, lo abracé y le dije que no se preocupara y que mientras los demás escribían sus versos él me dijera lo que sentía, que la poesía nació ágrafa y no había obstáculo para hacerla aún sin saber leer ni escribir. Recuerdo que el pibe se frotaba las piernas como nervioso, y mientras yo escribía, con mucha emoción me dijo: 

“este corazón es de papel…

pero el mío es verdadero

y está lleno de amor…”

Yo conmovido noté también que los demás lo habían escuchado  emocionados. Les pedí a todos un fuerte aplauso porque estábamos frente a todo un poeta. Luego hicimos un Poema Grupal seleccionando los versos de todos, que a su vez se transformó en un Poema Intergrupal porque fuimos sumando los versos de otras Ruedas (o grupos), y los versos de aquel muchacho quedaron como estribillo. También en esa misma reunión y aprovechando el momento les encargué a una chica y un muchacho allí internados que le enseñaran a leer y escribir al poeta en cuestión. Les traje un “Martín Fierro” de regalo y aunque haya quienes les cueste creerlo, en apenas un par de semanas aprendió a leer y a escribir, indudablemente motivado por su propio arte. Podemos decir también en este caso que hizo el pasaje maestro y se curó por el arte.

Haciendo el Taller Poesía Viva en el Hospital Alvear, de emergencias psiquiátricas, a la intemperie, al lado de un paraíso, -árbol amigo-, sentados sobre el pastito del parque del hospital y a cielo abierto, con una Rueda de Poesíanimación de jóvenes y adultos que habíamos comenzado ya casi hacía dos años semanalmente con pacientes ambulatorios e internados, al terminar la reunión ya todos de pie despidiéndonos, motivado por lo que había dicho yo sobre la escritura con respecto a la poesía, un muchacho me pidió la palabra para contar algo y dijo así: “¡Yo, gaucho!, hace un tiempo quise matarme y conseguí un revolver… Me puse a escribir una carta para mi familia, mi mujer y mi hijita… Entonces, mientras escribía, conmovido, lloré tanto que tuve que dejar de escribir, rompí la carta y me deshice del arma…”.

Le respondí tratando un tanto de desdramatizar delante de todos o llevado por mi propia angustia y el reconocimiento a su valioso testimonio poético,  lo primero que me vino a la cabeza o al corazón o a los labios: “Bueno, muchacho, entonces cuando veas una hoja en blanco, hacele un guiño y tirale un besito y decile: ‘Gracias pibita, porque vos y mi pluma me salvaron la vida’”.

Cuántas historias más podríamos contar sobre los efectos saludables que producen la música, el canto, la danza, el teatro, las artes visuales, la literatura, etc. et. etc.

Pero no nos queda más tiempo sino para declarar iniciada esta tercer edición de CURAR POR EL ARTE esperando salga tan provechosa como las dos anteriores.

FACRA, nuestra Federación, está formada por asociaciones  sin fines de lucro que si actúan “ad honorem” y si lo hacen “ad gaudium” es precisa y simplemente por amor al arte… Un especial recuerdo para la profe Elena Perri, una de las fundadoras de FACRA, que ahora nos guía y acompaña desde el cielo.

Entonces, humildemente, pidiendo por anticipado disculpas por los errores que podamos cometer y buscando transparentar nuestras intenciones, podríamos tan solo agregar aquella sextina con que culmina el gran poema del bardo mayor de los argentinos:

“Más naides se crea ofendido,

pues a ninguno incomodo;

y si canto de este modo

por encontrarlo oportuno,

NO ES PARA MAL DE NINGUNO,

SINO PARA BIEN DE TODOS.”

¡Muchas gracias!

 

 

   
   

 

             

 

Gracias por su visita  

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