Tulancingo, muralismo y
memoria
Por Polo
Castellanos
En octubre del año
pasado en el marco del Encuentro Internacional de
Folklor 2013 en Tulancingo, Hidalgo, se llevó a cabo
también el Encuentro Internacional de Muralismo
organizado por el Movimiento de Muralistas Mexicanos (MMM)
a invitación del entonces “Proyecto Accesos”. En esa
ocasión, los muralistas llevaron a cabo un mural
colectivo en las bardas del Estadio Primero de Mayo al
que se integraron niños y ciudadanos sobre el pasado y
el presente de Tulancingo y que fue donado para el goce
y disfrute de los ciudadanos y las futuras generaciones.
El hermoso mural
donde quedó plasmado
Tulancingo,
pasado y presente,
para algunos, un sueño hecho realidad que duró poco.
Hace unos días, en un intento fallido por blanquearlo
con cal quedó dañado por órdenes del director de la
Feria Tulancingo 2014 a quien aparentemente –y supongo,
porque no encuentro una explicación lógica– le estorbaba
para hacer, probablemente, los despliegues publicitarios
de los patrocinadores de la Feria. Los elementos o el
criterio para decidir sobre el patrimonio artístico de
una comunidad por así convenir a sus intereses son un
enigma pero es una cuestión simple y de sentido común:
no destruyes los bienes comunitarios.
La destrucción de la
obra mural es una constante en México, sea por
ignorancia (lugar común) o por censura (más común aún) y
solo por mencionar algunos casos significativos: En el
año 1998 el
Mural Mágico
de
Taniperlas en el municipio autónomo zapatista Ricardo
Flores Magón, Chiapas, y coordinado por el maestro
Sergio
Checo
Valdez, fue
ametrallado y destruido. Apenas el 7 de diciembre en el
2013 se destruyó el mural
Alerta mi
General Zapata, en la lucha de Atenco
coordinado por Javier
Campos Cienfuegos
en el
Auditorio Emiliano Zapata en Atenco (La
Jornada,
08/12/2013). También, en 2011, fueron borrados los
murales
ciudadanos
coordinados por el colectivo
Arte en guerra
contra la guerra
por quien entonces
fungía como Delegado de Tlalpan en el Distrito
Federal,
con la presión de un grupo de vecinos panistas a quienes
les parecía
grotesco
que se hablara sobre la guerra en Irak en frente de su
casa. De igual
forma el
mural de Celso Martell en Coacalco, estado de México,
por tener escritas
las
palabras “Acteal”, “Aguas Blancas”, “Libertad”,
“Desobediencia Civil”, “Justicia”
y “Ya
basta” entre otras (La
Jornada,
18/08/2010).
Y la lista es larga,
no solamente hay murales destruidos sino que además
hay murales
amenazados por todo el territorio nacional, murales que
ya han sido señalados por sus contenidos.
La ignorancia tiene
remedio, pero destruir el patrimonio artístico ni nombre
tiene.
El mural
Tulancingo,
pasado y presente
es un mural protegido
por leyes federales y puede haber consecuencias legales
para quien intente nuevamente destruirlo así sean
autoridades.
Al final, son las
comunidades y los pueblos quienes deben de seguir
alertas, fue la comunidad la que paró esta abominación
en Tulancingo y es la que debe seguir protegiendo su
patrimonio, su historia y su memoria, su dignidad,
permitir que la destruyan es una invitación abierta a
que nos sigan pasando por encima. El muralismo ¡VA!