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Tulancingo cultural tras los tules... Tulancingo, Hidalgo, México |
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10.Diciembre.2024.
De la poesía de Araceli Amador Maderería
Cuando Dios creó el mundo allí guardó mi existencia; vientre de pálida agua.
En el mar se gestan los niños abandonados. No todos los párvulos se arrullan en la misma ola.
Siempre se acomodan a una tormenta La mía es azabache El telar del cielo es gris; cuero de ratas
Llueven los roedores Impregnan el mar se entibian en la madera.
Caminan en el timón de las ideas cola de rata, garabato, engranaje que se hace bucle en los ríos cerebrales. Así surgen las tormentas; burbujas de turbio aire.
El niño en la cuna de agua tiene miedo grita llora todo es ruido. El silencio se ausenta.
Los roedores se alimentan de sus ojos Ahogado en el mar negro el niño sufre Ellas afilan sus dientes en las huecas costillas
Clavan los colmillos en la encía descubierta.
El niño crece con la nariz perforada y la boca en negro
Le hubiera gustado que su madre le regalara una cuna de madera cuando las muelas aún podían germinar
Ve el anhelo con nostalgia camina por la banqueta el sol arrecia lleva en el antebrazo algunos trozos de madera Los remiendos son encargo de los adultos.
Le avergüenzan sus dientes construidos en la carpintería de un viejo amigo.
Sobrevivir no siempre es un triunfo.
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