Poesía de Chary Gumeta
BAJO LA SOMBRA DE LA CEIBA
Rosario me nombró
y enterró mi ombligo a los pies de la ceiba.
Madre pensó
que al enredarse con sus raíces
recorrería sin problemas los senderos del
porvenir
tendría la fuerza necesaria
para remontar el río de las cosas cotidianas.
Confiaba,
en que el poder de su ramaje ahuyentaría al
miedo
hiriéndolo.
Con los años, el árbol alcanzó la edad
suficiente
y la extensión de mi estómago se desarrolló con
él.
Se quedo sin hojas,
llego la lluvia con los rayos, incendiaron sus
ramas,
los dioses desataron su ira y quemaron mi
nombre,
el calor del fuego mostró el desamparo de las
madrugadas
y el peligro que existe en los caminos del
insomnio.
Avergonzada,
me alejo de la sombra del árbol calcinado.
He desobedecido los consejos del ángel de la
guarda.