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Diulio Luraschi
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Vértigo (La
ciudad)
Camina,
casi corre, entre un mundo de gente por la avenida principal. Su pelo
ondulante, trigo pálido, juega suertes de ondas marinas con una suave
brisa de otoño.
Apurada, distraída, sus ojos grises miran al infinito y sus botas de
cuero la llevan, rápido.
Cruza
la calle en rojo, esquiva un puñado de gente, baja un segundo a la
calle, sigue. Una vidriera, dos, tres, corren a su lado. Al pasar una
parada, observa el reloj descuidado de una persona apurada, sí, son casi
las cinco. Sigue. Aprieta el paso. Sopla un suspiro entre dientes.
Fulmina con su vista a un piropeador pasajero. Un bocinazo. Levanta el
brazo y sigue. Las nubes surcan de derecha a izquierda algo así como un
cielo raso, los grises cambian. Enfrente demuelen una casa veinte
obreros (van a edificar apartamentos). Camina. Quieren venderle algo,
camina, gente en la plaza, un monumento, sigue, gente pidiendo, camina.
Un ómnibus repleto de carne y ropa. Un perro levanta la pata. Sigue.
Amarilla, casi corre, a saltitos, una baldosa floja, camina. Llega.
Por
fin.
Es la
dirección. Sube los ojos al cielo. Dos, cuatro, seis, siete. Séptimo
piso. La ventana está abierta. Pulsa el timbre y al instante es
atendida. Le abren, entra, camina. Llega al ascensor, pulsa el llamador
y espera. Sube. Cuatro, cinco, seis, siete. Séptimo piso. Cierra
apresuradamente el ascensor. Ya le abren la puerta del 701.
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Buenas tardes.
Entra.
Como siempre diez pasos de moquette hasta el balcón. Le abren la puerta
corrediza: la ciudad. Toda. Llena. Mira la calle. Toda. Llena.
Siete,
seis, cinco, cuatro...
DUILIO LURASCHI
Cuento de
Vértigo
(Vintén Editor,
Montevideo, 1995).
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