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		BLUES 
		AYOTZINAPA 
		
		De la poesía de 
		
		
		Freddy Secundino S. 
		 
		
		  
		
		  
		
		  
		
		  
		
		  
		Eran 
		gises en busca de un pizarrón 
		contra la 
		ignorancia colectiva 
		y la 
		infamia de unos cuántos. 
		Eran 
		letras de un abecedario nacional 
		que de 
		tan regionales 
		acabarían 
		en boca de todo el mundo. 
		Eran el 
		verbo tempestuoso 
		que no 
		tenía cabida 
		en una 
		oración tortuga, burda y soez. 
		Eran 
		cuadernos intactos 
		a la 
		espera del ímpetu infantil 
		que aún 
		no sabe agarrar un lápiz. 
		Eran 
		libros de texto en flor 
		exhalando 
		el inmaculado aroma 
		que 
		seduce al colibrí y a las abejas. 
		Eran 
		fábulas inéditas 
		
		destinadas al juglar barítono 
		que las 
		voceara en montaña de operístico eco. 
		Eran el 
		himno añejo no cantado 
		que todo 
		niño pudo haber agradecido 
		el primer 
		día de clases, contra su timidez. 
		Eran como 
		el grito gozoso del marinero en puerto 
		sobre la 
		proa de un barco que zarpó meses atrás 
		de un 
		muelle con otro gentilicio. 
		Eran el 
		trino del cenzontle 
		que 
		despierta al campo 
		y la 
		ciudad no puede ver. 
		Eran una 
		imperiosa ventisca silente 
		en cuyo 
		remolino de sumisos decibeles 
		se 
		marearon sólo los tímpanos inútiles. 
		Eran la 
		melodía irreverente que un absurdo cataclismo 
		pretendió 
		desaparecer a balazos 
		y acabó 
		convirtiéndola en música de culto. 
		Eran una 
		cifra, sólo unos cuántos. 
		Eran tan 
		pocos, que de tanto serlo 
		llegaron 
		a ser tanto en tan poco, 
		que 
		ningún tiempo bastará para saber qué tanto 
		habrá que 
		hacer para contar a tan pocos. 
		Eran una 
		cifra, sí, 
		un número 
		que en el calendario se puede perder, 
		pero 
		desde el 26 de septiembre de 2014 
		en México 
		se pasa lista con ellos cada amanecer. 
		Eran… 
		Eran, del verbo Es. 
		Eran, en 
		tiempo Siempreserán. 
		Eran sólo 
		unos muchachos. 
		Eran 
		estudiantes… ¡y eran 43! 
		  
		
		
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