De la poesía de Guillermina Covarrubias
Entre los sollozos de violoncelo
me sorbiste hasta las uñas
y los suspiros de libélula
acariciaron mis ojos.
Desde entonces te llevo en el alma.
Y en el enigma, en el incógnito
está tu estigma en mi vago viento.
Y la metamorfosis, de gitana a Pegaso
desfloró la razón de la página en blanco.
Ya casi ora el otoño
miro hacia abajo, solo sombras,
arriba, en el firmamento los puñales
tronchan mis sueños de oruga.
Y en la joroba, cargo; acurruco
el cardumen de tu boca
con el eterno incensario de tu carne.
Los grillos son sicarios en la frente
el séquito de tu voz; un numen,
que gime en el claror de las estrellas.
Los versos y poemas se turban
encienden la locura
y me vuelvo a vestir, de rojo pasión,
garabateo en tu piel, en tu boca,
y en tu universo viviente.
ARCANOS ECOS
En la mesa, puse la docilidad, la soberbia
en filos de cuchillos con los ojos abiertos
escupí mi mano huérfana, en el ateo rostro
para conquistar la muerte; aún respiro.
- soy vida -
- Se me olvidó el caminar descalza sobre arena -
que las aguas, nunca recorren en el mismo río
y su claror, gira entre las piedras
con su cauce cantarín por los arrecifes.
- me olvide de que también soy río -
Renaceré a las constelaciones del naufragio
y la inercia resbalará por las hojas de la higuera
porque la fragancia, que nació de ojos abiertos
ya no besará el pretérito de mi boca.
- Soy Higuera -
No cerraré las manos que siembran los caminos
soplando cenizas ahogando las sátiras del aire,
apacentando; no arrinconaré la tierra fértil
como la inservible escoba.
- Surcaré la tierra -
No me sorprenderá la tristeza detrás de mi ventana
admiraré los cinco ciclos de la luna, en lo hondo de mis
ecos
hay un nido de colores y un rebaño de amapolas.
El remanso volverá a mi espejo, para renacer
desnuda, vestida,
entonces recordaré que también soy mujer.