que aborta mi locura
para no ser pájaro ni jaula
en la eterna sombra anacoreta.
que liberan mis noches
en un beso prístino
en donde sueño a raudales
mares y cielos como racimos de versos
de luna alada.
Elogio el silencio del silencio
que en su voz edificante
ciega los horizontes todos
y me hereda un paraíso eterno.
Elogio el silencio de tus manos
en donde emerjo como tierra en flor,
preñada de versos incendiarios
que vierten nuestros nombres.
¡Oh amor mío! Si supieras
cuánto mar escribe tu ausencia.
Tingo María, 5 de febrero del 2016