¿Debo señalar que acallo a la muerte
que al devenir hoy acecha?
¿Acaso el ave del paraíso en llamas,...
se multiplica a tu llegada?
la araña madre sucumbe
a las fieras y a todos sus infiernos,
mientras se oye decir:
Hoy las estrellas nacidas de tus ojos;
son mi piel fagocitada al amor.
Todos estos siglos no hice sino
acariciar tus plumas
mientras pronuncié tu nombre,
ave real.
Parir el silencio no es suficiente,
existe la necesidad que entre el limbo,
seas demiurgo; porque tuyo será el reino,
tuyo el tiempo, la sombra y el rosal.
El manto ha tañido las horas
y es una hembra consumiéndose
en el fuego del éxtasis.
El Logos, emplasto de mi vientre es,
en la locura del parto hervido
y alumbra mis pasos, camino a los tuyos,
en donde mi boca es leña que arde
y el agua bulle como antorcha susurrando a media voz:
Ven amor, que no puedo más vivir sin vida
si tú no estás a mi lado...
En Tingo María, 12 de febrero del 2016.
Del libro: "Elogio del silencio", inédito