|
CAMINO AL SOL
EN CUCLILLA
En tu boca
pintada de nudos y soles de pájaros en cristales repleta de tintura
y caracolas estilógrafos en pies de hombres y mujeres-piedras. Allí
en tus dos miembros inferiores que desandan los pasos del tiempo en
ecos de voces migrantes en la curva del ciempiés que carcome al
hartazgo el viento y supura tu aurora. Allí en donde el nácar de tus
ojos es apenas minúscula escotilla abriendo caminos a mis pasos; en
donde tu boca de campanario es verbo ajeno. Voy, sumisa desando el
aliento a tu caminar de sueños y fauces repletitos del sol y que
después de tanto dolor remienda fronteras hirviendo de sudor. En
primigenio dolor que es hoy y desde entonces, circuncidada polvareda
del recuerdo de ser ostia en mis noches confesadas ante el lúgubre
destierro de mis huesos. Tus manos obreras, redimen tu cuerpo a
caminos y en esos mismos pasos el barro ha batido su nombre y
florece en el dolor de morir sin ojos. Como los verdes campos y
praderas descubro el eco de un trueno retumbando a mis oídos en
ausencia como desierto y oasis naciendo para ser amalgama de
recuerdos idos. Níveas miradas perfilan mi nombre que ostentan a
cada paso tras jirones que arrancan tu elixir untando el dolor que
loa la desdicha. Instante a instante, oquedades se asoman por
doquier jamás fueron sombras porque orlaron mañanas del incierto
infierno que reverdece en un cáliz germinando el sopor en esa espera
eterna. Batallas, armas, guerras, látigo del fuego en tristezas
encendiendo la noche luminosa para ser huellas de la sangre en
caminos y saetas de muerte. Sumisa para ser tu génesis escardan el
hoy y del ayer en tu boca de ostra en donde fluye el arco iris
jadeante de ecos en el que se anidan hechizos en sepias. Aquellas
que siluetas de una mirada en sentimientos de enjambre son a donde
concurre un pueblo en cuclillas en vísperas de helechos en brotes. Y
al final del camino, voy silencios esculpiendo tras pirámides y
armaduras que espejos rojos han zurcido de hombres, mujeres y niños,
de lechos y abismos que no saben sino de espantos en destinos de
muertes. Por: Gloria Dávila Espinoza /Perú Mención Honrosa, Premio
Horacio Zeballos 2013
***** |
|