EL DESLINDE. LOS VERDADEROS POETAS
Muchas veces en la historia de México y el mundo los escritores
aficionados y los escritores de experiencia dudan de si en su generación
que les tocó vivir se encuentra un verdadero poeta a la altura de los
que hubo en el pasado, se preguntan si existe un poeta como aquellos
poetas que ahora la tradición les hace un espacio entre los grandes,
éstos que las editoriales publican su obra sabiendo que están ante un
escritor sobresaliente.
Esa pregunta primordial que abre la cuestión sobre el poeta que estoy
leyendo ahora, o que escucho en algún recital o presentación, y que ha
recibido galardones y premios y que detenta el reconocimiento oficial de
las instituciones, y acude constantemente a congresos de poesía y
literatura estatales e internacionales, que se codea con otros
escritores, que tienen prestigio internacional al grado de frecuentar
también a los premios nóbel de literatura, sobre estos triunfadores de
la literatura, desde nuestra conciencia y con la experiencia de
excelentes lecturas de los grandes escritores del pasado, sentimos una
duda que nos surge de aquel galardonado y multipremiado, "de que como
que le falta algo" a ese escritor, poco o mucho de lo que les sobra a
los verdaderos poetas y escritores del pasado o la tradición.
Es en este punto, lo de la pequeña duda, en la "duda" que, como apuntaba
el filósofo francés René Descartes (1596–1650), empieza nuestro
verdadero conocimiento.
Así, al comparar la obra de un gran autor que la tradición y el tiempo
han probado para pertenecer en el gusto universal, acaso, y en
comparación con aquel galardonado por el presente inmediato y fugaz, y
de quien dudamos, (fuera de la ideología vanguardista y temporal que
normalmente lo acompaña y defiende), pudiera servir "el método
comparativo" de su obra entre estos dos autores para salir de nuestra
duda.
Aunque muy usado en el pasado, la comparación fue poco practicada
sabiamente: los estudios comparados fueron desde su origen usados por
los enemigos literarios para denostar a los autores de la siguiente
generación. El uso acertivo del "método comparativo" y de lecturas clave
y el buen gusto para saber escoger lo mejor que la tradición ha escrito
y publicado, podría resignificar este método antiguo pero eficaz para
diferenciar a los escritores nuevos con los otros poetas de la
tradición.
En escritores de los que se duda y fueron impuestos sin criterio
convincente, y que siguen ocupando un sitio que no les corresponde, el
uso del método comparativo sería una solución para que pudiéramos dejar
las cosas en su sitio respectivo, anticipándonos al tiempo, que todo lo
resuelve y que por lo general no se equivoca.
"Un verdadero poeta actual" puede y utiliza los recursos de la tradición
que usaron los poetas grandes del pasado y logra con ello poemas al
menos a la altura de los poetas grandes de la antigüedad, y también
puede, "un verdadero poeta", con las retóricas de sus contemporáneos y
de su pasado inmediato, crear mejores poemas o al menos distintos pero
con la gran tradición retórica a cuestas.
Para comprobar la eficacia del "método comparativo" se le pueden pedir a
estos escritores actuales de los que se tiene alguna duda de su
capacidad, un poema, a manera de examen con la misma temática de los
poemas de los grandes poetas de la tradición, por ejemplo un poema
dedicado a la flor más cantada por los mejores poetas del mundo: la
Rosa, como lo hicieron Don Luis de Góngora (1561-1621), Sor Juana Inés
de la Cruz (1645?-1695), Jorge Luis Borges (1899-1986) etc, y comprobar
por la calidad su capacidad creadora, y si están debajo o cercanos a
ellos.
Estos ejercicios o exámenes difíciles de temática antigua se hacían
durante cada nueva generación de escritores (y pintores) de cada siglo
en el pasado desde la escuela griega hasta el renacimiento, y de aquí
hasta finales del siglo XIX; en las primeras décadas del siglo XX, se
evitó este filtro adecuado como método por considerarlo atrasado y poco
utilitario para consumar, en muchos casos, una moda literaria y no un
fortalecimiento del arte poético (ver Stéphane Mallarmé (1842–1898),
Obras, vgr. "Una tirada de dados jamás abolirá el azar").
La mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1645?-1695), por ejemplo, utilizó
las mismas temáticas poéticas de Calderón de la Barca (1600-1681) para
demostrar su reconocimiento ante su siglo de que ella estaba a la altura
de los más preclaros escritores del siglo de oro español, claro que
tenía la estatura y no pocas veces más allá del maestro español según
lo demuestra el inconforme y aguerrido crítico Alfonso Méndez Plancarte
(1909-1955) con las más de 600 páginas de citas cotejadas en la obra
completa de Sor Juana en 4 tomos (Fondo de Cultura Económica, F.C.E.).
Alguna vez el examen de las temáticas antiguas lo intentó el mexicano
Salvador Díaz Mirón, (1853-1928) tratando de emular el poema "Ojos
claros y serenos" de Gutierre de Cetina (1520-1557) casi trescientos
años después sin conseguirlo, desde mi punto de vista, claro, el maestro
Salvador Díaz Mirón está en su libro "Lascas."
Otro gran escritor, Rubén Darío (1867-1916), trataría de emular al
maestro Salvador Díaz Mirón, también desde el mismo "método temático
comparativo" y de esa forma con el método comparativo que hemos
revisado, podemos de algún modo observar la altura que guardan entre sí
los grandes poetas en la historia.