Es la
ciudad un barco de insomnicas molduras
Va
No viene
Insondable
como es en lo nocturno
Ninguna luz
en él parece detenerse
Toda voz
en él precisa melódicas ventiscas
Puntual el
canto animal de los secretos profundos
Llueve
Y este
barco atraviesa el tiempo estimado de su arribo
Imposible
virarlo a contravoz
Ni aún con
las idílicas máquinas de propulsión del llanto
El vértigo
ocular de lo salino
Quien
albergará entonces
esta
directriz de afanes iracundos
Dónde esa
brújula
Esa palabra
encontrada como una mano extraviada en los trasfondos
Dónde más
un lugar de amparo
Un nombre
de mujer de calle y casa
en este
hospicio abierto al filo de la transparencia
donde la flamígera
tormenta interior
donde el
silencio ronda como los tiburones rondan su frágil cautiverio
Dónde San
Juan y los bautismos
esta fugaz
fe en el aire y el tornazul brillante de las cosas
los
vientres de arena
Cuánto mas
los acuáticos vocablos
Cuánto mas
este cuerpo flotando sin fin de vidrios sus amarras
su trayecto
esparcido en la noche como el lugar de un crimen
Cuánto más
para avistar la tierra
Esa sabana
de tierra firme
de donde
tomarán la tela
para vestir
a los muertos
que ya
nadie
reconoce.
He aquí el
oleaje
la espera
de esa naufraga botella traída por la lluvia
la petición
de auxilio del amor encapsulada
En este
vaivén tropical también hay hombres en forma de vasijas
de embudos
disueltos por la brisa oscura
por el
llanto débil de las paredes en blanco
por el
cancerigeno moho tatuando su figuras rupestres
Aquí va la
lluvia rimando con silencio y abandono
cacofonías
de un ritmo sur y triste
Son
ennegrecido por un cuerpo evaporándose
por una
sonrisa que flota
por la
superficie sobre la que el hombre se sienta a decirnos algo
¿Pero que
habrá debajo de este hombre?
Bajo el
carbón del lápiz
Quemada
raíz buscando su distancia
sus
longitudes de vacío con los monólogos del alba
¿Pero que
habrá bajo la superficie de esta espera?
de este
vaivén de dudas
de este mar
de verdades rompiendo contra las rocas del alma
contra el
duro corazón anclado a la orilla de la hoja
¿Pero que
habrá después del terror y la ternura?
de las
manos en alto
de esta
misericordia consigo mismo
¿Qué será
del odio, del agrio mar que a veces nos revuelca?
de la calma
tinta con que el amor escribe su poema
¿Qué habrá
entonces?
donde
pondremos el punto, la doble coma
Cuando
cerremos el libro
Cuando
abramos los ojos
Afuera la
lluvia
(o
debo decir parvada de Ángeles cayendo hacia la tierra oscura)
Aquí uno
ardiendo entre la furia de Dios y el resplandor de los hombres
en esta
noche enloquecida al nervio de la sangre
a la
señal de encendidas preguntas primitivas
Aquí
hasta el aire tiembla sobre la lumbre inmóvil
sobre la
pregunta hecha a imagen viva y semejanza nuestra
trazada a
ciegas con los cristales de azufre
Allá la
ciudad con su costado abierto
Sangrando
su vieja yugular
Colocándose otra vez su vulgar corona de espinas
su dolor
de parto su llanto materno
Invocando sus alas postizas
A sus
mismos mártires
Aquí otra
vez los calvarios de rutina
sobre
este lado opuesto de la gran calle
de la
avenida de milagros
de este
boulevard ancho de la resurrección perpetua
nosotros
habitamos
herederos
de la alianza entre el rencor absoluto y su infinito
bífida fe
de la esperanza envenenada
Aquí
la lluvia
volviéndonos semilla
la fértil
ira dragando sus canales
ahogado
vivir que clamando grita: soy la sangre
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