ELLA:
Le
exijamos,
le
pidamos,
le
supliquemos.
ÉL: ¡Supliquemos!
¿de qué
hablas?
ELLA: Hablo de
nosotros,
de la
falta de
sentido,
de las
explicaciones
no
coherentes,
del
sufrimiento.
ÉL:
El
sufrimiento, ja, ja,
como
parte de
la
felicidad.
ELLA:
Felicidad,
que ni
siquiera
conoces,
te da
miedo.
ÉL:
Miedo,
es lo
que tú
crees,
yo no
tengo
miedo a
equivocarme,
ni a ser
libre.
ELLA: Libre
sí,
pero
¿para
vivir o
para
durar?
ÉL: Durar,
¡claro!
Siempre
y cuando
esté una
mujer de
por
medio,
con la
que
tenga
que
cargar,
hasta
que el
impulso
inicial
pierda
su
ímpetu.