A LA MITAD DEL HIPO
Roberto López Moreno
“Yo no lo sed desierto”, mi amigo, el poeta Varela
jugó con las palabras en tal forma.
Pero más allá del juego se levanta la historia
verdadera,
la del osado
que golpeara mi tierra con tres golpes de rama.
Tres golpes de sus ramas
fueron suficientes para herir la tierra,
para herirla de muerte mortal
con bocas profundas, masticando su vacío oscuro,
delirante,
¿Cuántos millones recibieron los críticos inmorales del
mundo
para permitir que canonizáramos a las putas?
Tres nombres y una misma serpiente
se enroscó en el sur de esta tragedia
mientras el alcohólico brutal vomitaba en su informe de
gobierno:
“y a mis enemigos sólo puedo decirles que chinguen a su
madre”,
lapidaria descarga contra el rostro de aquel día.
Yo sí lo sed desierto, más pregunto:
¿Cuánto cuesta el coito de los amorosos?
¿el subirlo al resorte de las letras?
¿una veintena de cabezas acaso, clavadas
en el trayecto a la hacienda Golonchán?
¿Veinte cabezas de indios despojados
meciéndose macabramente
en las estacas solitarias del camino?
Y la desmemoria de mi pueblo, que todo lo perdona,
y los ayes bajo el polvo,
y su nobleza de siempre invitando al crimen en su
contra.
“A la chingada las lágrimas” y me puse a matar con el
olvido.
Pero tres golpes de rama se hicieron en la tierra,
se asieron en el aire, disecaron la semilla,
y la daga en el alma y el quetzal moribundo.
Ya no recuerdo, ¿hubo una vez aquí la risa?
¿el agua de algún río sin sangre, acaso?
¿algún destino prometido antes del ahora abismo?
El Sabinal era un río fresco
que cruzaba el corazón de una ciudad frutal.
Y luego, El Sabinal… una corriente turbia,
como un mal signo que arrastrara su metáfora perversa.
Agua podrida. Ruega por mí.
Agua ultrajada. Ruega por ellos.
Agua de sombras. Ruega por todos.
¿Un verso de alcohol clasemediero vale el hambre?
¿De qué calidad tendrá que ser el verso
para justificar la burla y el despojo?
Ahora soy el eco de una herida colectiva,
agua estoy de pie, difícil equilibrio,
yo no pedí que se robaran a mi tierra,
por eso exijo que me la devuelvan,
que la dejen por lo menos como estaba,
muerta de hambre pero respirando.
Hay un jaguar herido en el camino,
herido de muerte, de muerte viva.
Hay un jaguar herido en el camino
que nos camina el cuerpo disecado.
Con tres golpes de rama nos hirieron el tiempo,
Yo sí lo sed,
en esto es que latimos, en esto es que aún estamos,
este es el tiempo que no alcanzaron a llevarse viles
y este es el tiempo en el que respiramos llagas.
Gracias damos las sombras, por lo que nos dejaron…
No más…
Ah, de Chiapas es que estaba hablando. |