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El pasado 11
de julio, el maestro Roberto López Moreno recordaba la muerte de
Julia Alfonzo:
En esta fecha se cumple un aniversario más del
fallecimiento de la talentosa actriz chiapaneca Julia Alfonzo.
Estudió arte dramático en la desaparecida Yugoslavia en donde estuvo
becada varios años. A su regreso la mediocridad de empresas
divulgadoras como Televisa pretendieron darle papeles secundarios en
donde la actriz apareciera como empleada doméstica, sin valorar
mínimamente su formación. Ello la decidió a trabajar
independientemente y su gran talento la llevó a crear una obra de
teatro con poemas de Jaime Sabines y después del éxito obtenido,
hizo otra más con fragmentos de las novelas Oficio de tinieblas y
Balún Canán, de Rosario Castellanos. Estaba por realizar una tercera
obra con poemas míos cuando la sorprendió la muerte. Sabines, que
era como su hermano, la apoyó en el montaje de las obras y
posteriormente la promovió como funcionaria cultural en diferentes
instituciones de la ciudad de México y del estado de Chiapas. Su
departamento, en la colonia Condesa de la ciudad de México, era un
centro de reunión de artistas de todo tipo de disciplinas. Ahí
llegaban poetas como Sabines, Rosario Castellanos, Raúl Garduño,
Arturo Guzmán, Aurora Reyes; dramaturgos como Carlos Olmos, Emilio
Carballido, Sergio Magaña; cantantes como Amparo Montes, Tehua, El
“Negro” Ojeda, Alfredo Zitarrosa; actores como María de la Luz
Zendejas, el matrimonio Bichir, Claudio Obregón, músicos como… todo
un torrente; pintores como Leticia Ocharán o la ya nombrada Aurora
Reyes; personajes como el arquitecto Legorreta o la química Xóchitl
Arévalo. Quién no pasó, cantó, leyó parte de su obra o recordó algún
pasaje de su vida, quién no vivió esa vida de la vida en la casa de
Julia Alfonzo; locutores, conductores de radio y t.v.; la gente de
Radio Unam o de Radio Educación. Fue hija del músico comiteco don
Esteban Alfonzo, autor entre otras bellas piezas, del danzón Juárez
(No debió de morir) y madre de la compositora Ofelia Ascencio,
creadora actualmente del espectáculo de música y poesía para niños “Cantaflauta”.
Sus cenizas fueron veladas en su domicilio y ahí sucedió algo
increíble, todos sus amigos, que eran muchos, se presentaron a darle
el último adiós. Todos desfilaron frente a las cenizas cantando sus
melodías, diciendo sus poemas, actuando algún fragmento de alguna
obra dramática. Fue un acto impresionante (una serie de actos) que
duró todo ese día y que en décadas no se había dado en México ni se
ha vuelto a dar. Sin embargo no estuvo presente ningún reportero de
la prensa comercial, ni siquiera de la que trata de hacerse pasar
como prensa de izquierda, ni tampoco medios televisivos, así que
acto tan singular, único en México, quedó en silencio por parte de
ellos y por lo tanto la población tampoco se enteró. Así despedimos
a la actriz que hizo una obra con la literatura de Rosario
Castellanos y que tenía en proyecto hacer otra con la de Aurora
Reyes para así simbólicamente, juntar a dos poetisas de los dos
extremos de la nación, la Reyes de Chihuahua y la Castellanos de
Chiapas. Lo mismo hizo con los poemas de Sabines, los que fueron
montados por los actores Esteban Escárcega, originario de Chihuahua
y Alejandro Liévano, de Chiapas. Es necesario decir que ella estuvo
hasta el último minuto acompañando en el lecho de muerte al
dramaturgo Sergio Magaña autor de la obra Moctezuma II que por esas
fechas había alcanzado gran resonancia, y también que fue casi una
hermana de uno de nuestro más grandes poetas de la mitad del siglo
XX en México, Abigael Bohórquez, a quien tanto admiramos y por quien
tanto luchamos para que nuestra sociedad se enriqueciera con su
obra, nada de eso se recoge en el libro que sobre Bohórquez acaba de
editar la Universidad de Sonora, es un libro que por ignorancia cita
a personajes secundarios en esta lucha por Bohórquez porque son
personajes que aparecen en los medios tradicionales. En el libro no
aparece ni Julia ni los que verdaderamente amaron la obra del poeta,
entre ellos la maestra Ysabel Gracida quien movida por su gran
admiración mandó a concurso un libro de Bohórquez. El libro ganó
pero al poeta, quien estaba por morir, no le pagaron el monto que
establecía la convocatoria. No faltó un mal pensado queriendo mal
interpretar el hecho en detrimento de la maestra Gracida quien sólo
había sido movida por la gran admiración a la obra del sonorense.
Nada de eso está en el enorme tabique publicado en Sonora.
Volviendo a Julia Alfonzo, ella fue el centro de todos estos hechos
que ahora, en este día, nos vuelven a la memoria y a quien dedico
este poema que escribí el día de su muerte.
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