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La nave de los locos
de Roberto López Moreno
BREVE ADVERTENCIA
Este libro inicia con una verdad que se
gestó desde hace más de 500 años. Cuando se pretende que
los representantes del gobierno español ofrezcan una
disculpa a México por el exterminio que significó la
conquista española, se enfoca mal el asunto si se le
pretende ver como un problema de nacionalidades, que
ciertamente, a estas alturas resultaría absurdo. Pero
qué diferente y dramático es cuando lo enfocamos en su
contexto real. Se trata de una interacción entre ricos y
pobres; los mismos prepotentes de aquellos tiempos son
los de ahora; en más de 500 años no han cambiado en nada
las cosas. Y entonces sí estamos en el derecho de exigir
“tú, prepotente, esclavista de ayer y hoy, explotador de
continentes, reconoce tus crímenes, que es una manera de
que vayamos avanzando en nuestra historia”.
Este libro se inicia a propósito de
aquella exigencia que el entonces jefe del gobierno de
España, Felipe González, le hacía a Cuba, sólo por el
hecho de que el país antillano estuviera decidido a
defender su territorio. El nombre de Felipe González se
utiliza aquí como un símbolo. Decidimos partir de tal
abuso, como testimonio y denuncia, de que en tantos años
transcurridos todo sigue igual en las relaciones entre
América Latina y los grupos de poder en el mundo.
En España, en particular, vemos la
prepotencia, cuya expresión más simbólica por todo lo
que representa, la dibuja el entonces rey Juan Carlos I
de Borbón cuando en la XVII Cumbre Iberoamericana de
Jefes de Estado celebrada en Santiago de Chile se
atrevió a callar a un jefe de Estado latinoamericano.
“Por qué no te callas”, le dijo el monarca mandón al
presidente de Venezuela.
En este sentido se mueven los textos del
libro para ir girando hacia una visión de nuestro medio
cultural, que es político, como el hecho político es
cultural. El eje es así de cierto y en tal certeza gira
el planeta.
Todo esfuerzo por lograr el control del
timón, lo resentirá la nave de los locos, para bien, si
el esfuerzo que se haga es con el fin de alcanzar ese
bien; de no ser así, debemos estar seguros de que
nuestro destino se extraviará en medio del amenazante
oleaje.
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