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La nave de los locos
por Roberto López Moreno
Felipe, Rajoy, Aznar, en nombre de Dios y
el rey
La Conquista no ha terminado, Felipe González, a bordo
de su carabela de ignominia, llega a costas cubanas y
desenvaina su espada en nombre de Dios ( la Comunidad
Económica Europea) y en nombre del rey (Estados Unidos).
Su furia sagrada de conquistador está tan presente como
siempre; atrás de él, como una terrífica sombra, se
yergue el árbol del que será colgado Cuauhtémoc.
Ante tales circunstancias, en esta innegable lucha de
ricos contra pobres, a nosotros no nos queda más que
reorganizar nuestra resistencia, desde lo cultural hasta
lo político, e impulsarla a un cambio cualitativo que la
transforme de pasiva en activa. La nueva organización
requiere, como ya antes se había planteado, la
liberación de los sindicatos, para hacer real la
preservación de nuestra cultura, y una sólida alianza
con la porción del Tercer Mundo que vive y es sojuzgada
en las entrañas mismas del Norte. Debemos ver el hecho
como es, como una confrontación entre ricos y pobres;
con sentido de clase, no de raza. Los latinoamericanos
debemos integrarnos plenamente para enfrentar esta
lucha, en una integración de etnias y de clases
sociales, pero visualizando el problema desde una
perspectiva global de pueblos saqueado, y no desde una
negativa visión racista. Cuando el saqueo indiscriminado
de los recursos naturales causa graves estragos en la
ecología, el hecho bárbaro no agrede nada más a las
etnias, sino a todos los habitantes del continente. El
nivel de vida del Primer Mundo lo paga el Tercer Mundo,
íntegro.
Debemos evitar con todas nuestras fuerzas (con la fuerza
de nuestra cultura, fundamentalmente) ser arrastrados
hacia el abismo por un Norte que ha dado un
impresionante salto al pasado, en lo cultural y en lo
político, minado por sus internas depresiones
económicas, por su fanatismo y su racismo, por el choque
de sus propias economías del poder, que nos ponen en
peligro de una nueva guerra mundial que nos haga pagar
otra vez necedades de las que no somos responsables.
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