Roberto López Moreno:
SEPTIEMBRE 1985
Esto no es un poema.
Nadie podría pensar que esto es un poema
después de ver su entraña demolida
dentro de un desconcierto de humo y polvo.
Esto es un grito, sólo eso,
un rencor incontenible
que enciende su cal en los escombros …
(otra vez Tezcatlipoca
moviéndose
bajo nuestros pies, sobre nuestras cabezas,
otra vez el espejo humeante,
los hombres devorados por los tigres
en el desplome cíclico del sol de tierra).
Esto es el ojo extirpado,
el cuello descoyuntado,
las entrañas derramándose en las piedras,
los dedos mutilados,
la asfixia,
esto es el rostro terrífico
de los hijos vencidos de Huitzilopochtli.
Somos nosotros,
los supervivientes del doble cataclismo,
los destinados a decirlo,
a rabiarlo.
Esto es un testimonio vivo; que vivan en él los criminales
(el ojo de la madre Coatlicue
está cargado de sangre,
es un coágulo monstruoso).
Cuánta carne nuestra fe entregada a solas,
solitarios fuimos frente al cosmos,
solitarios estamos con nosotros mismos
frente al hecho concreto del derrumbe.
Ay nuestros dedos mutilados,
nuestro ojo extirpado,
nuestro cráneo horadado,
nuestra flor de cempualsúchil.
Ay nuestros miembros perdidos en el fragor de la tierra.
Esto no es un poema,
porque si lo fuera,
dejaría de ser filo a exigirnos cuentas,
a los criminales y a nosotros mismos,
sus cómplices,
los que morimos de soledad y angustia y abandono,
pacientemente,
en el agudo pedernal del día.
Esto no es un poema,
fue apenas una lágrima mal escrita.
Y pretende ser una piedra.
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