No obstante la visión de las sociedades secularizadas, el erotismo es una capacidad que conlleva el hombre desde su concepción, negarlo dentro o fuera de las normas religiosas/sociales sería ir contra natura.

    Desde el punto de vista iconográfico y literario, el erotismo abarca todo lo que despierta de su aletargamiento a la piel y los sentidos (sensualidad) al punto de arrobar el alma y la conciencia a través de las sensaciones o los recuerdos de una piel humana.

    Filias, la muestra integrada por obras de arte creadas por artistas diversos a través de la idea de que el erotismo es una energía que busca trascender los límites de la individualidad, a través del goce, redunda en este caso, en la psique y la piel de los espectadores, que son a final de cuentas los objetivos de cada uno de los exponentes. El valor de decir esto soy yo y esto es lo que admiro de otro o de otra. Esto es lo que me erotiza, me pone cachondo o me subyuga. O, traducido al latín afirmaría con el valor y el espejo que nos proporciona el arte: soy lo que soy (ego summ qui summ).

    Se trata en este caso, de una actividad hedonista compartida, si bien no necesariamente en lo epidérmico, sí en las mentes y experiencias individuales e íntimas o no, de otros regodeos viscerales.

    El grupo coordinado por  la excelente poeta y dramaturga Martha Leticia Martínez de León y por el artista y gran creador Ricardo Sánchez Madrid aventuran una muestra en este casi inicio del siglo XXI, para apuntar que si bien los hombres que viven en comunidad, se encuentran inmersos dentro de la regulación moral de la conducta, el artista siempre ha de ser el que andando a la vanguardia marque una ruta y un destino.

   Y es que por diversas circunstancias, culturales, se ha permitido el desarrollo del algunas formas de erotismo. Otras, sin embargo, han sido reprimidas y clasificadas como desviaciones o perversiones.

    Por fortuna –y sin banderas ni posiciones a ultranza, sólo habla el erotismo, de ése que soy y de cómo me reconozco en alguien más- los cambios en las costumbres y en los usos sociales, impulsados por las luchas de las organizaciones que defienden los derechos de las minorías, tienden a abrir un campo más amplio de tolerancia o, al menos, dan origen a múltiples estudios, debates y controversias. Y este encuentro artístico es un ámbito de particular manera, bonancible.

    Agustín Solano, Arturo González Barajas, Anette Sulkin, Arturo Contreras, Arturo Piza, Alejandro Quijano, Carlos Toledo, César Córdova, Diana Rosas, David Guzmán, Elisa Gutiérrez, Francisco Moreno, Fernando Tamés, Héctor Ayala, Jan Revilla, Kevin Arvizu, Luis Ricaurte, Mauricio Vega, Manuel Mugica, Ricardo Sánchez Madrid, Teresa Suárez González, Warren Hair, y Xolotl L. Polo son este grupo de autores de las artes plásticas que acuden al mito de la conducta sexual y la preconizan en su obra.

    Así, aparecen sátiros, donjuanes, ninfas, Eros, cupidos, Afroditas, Venus, Narcisos, Onans, Edipo o Electra algunos quizá asentados epicúreamente en Sodoma sujetos a males como el príapo.

    Son artistas que sitúan en este evento, como centro de su análisis pictórico filosófico el erotismo y la transgresión de hacerlo público, hoy en que el mundo pese a vivir una era posfreudiana, no ha logrado desfogar la líbido y por eso, aún se escandaliza.

    Pero visto con un tono paciente y analítico, la obra nos refleja y somos la piel que exuda calor y sudor, que hierve ante el contacto de la otra piel. Que no podemos negar –ni queremos- porque como decía Georges Bataille (1897-1962) el hombre a pesar de las leyes por las cuales organiza su actividad, vive atormentando por la naturaleza de la que se desgarra con gran dolor.

    Para el escritor francés, continuador de la tesis de Hegel, este arraigo primordial queda reflejado en la muerte y en la sexualidad, dos factores contradictorios con la vida social, los cuales por el mero hecho de serlo, pesan como tabúes y prohibiciones.

    Es claro para él que por estos instintos se fundamenta el gusto a la transgresión que antiguamente se liberaba en las fiestas, sacrificios u orgías, pero que la sociedad actual, ayudada por el catolicismo proscribe, dejando a los transgresores como Gilles de Rais o el Marqués de Sade, abandonados a su suerte.

    La historia del erotismo dentro del arte, se resolvió en dos épocas, y apuntó hacia estos seres que hace miles de millones de años se movieron por vez primera sobre la faz de la tierra para –con el medievo de intermedio en que el hombre se volvió a ojos de la iglesia el pecador más grande del universo- entendernos como la mayor obra de la creación. La historia nos habla de Grecia y Roma antiguas y luego en Renacimiento en Florencia, Italia, y sus influencias evidentes.

    Hoy, con artistas de lenguajes más libres uno espera discursos estéticos que renueven nuestro aprecio por el cuerpo humano y sus sensaciones irrevocables.