CIUDAD PERDIDA
Por Gloria Valencia Vargas
Ciudad perdida era la
denominación que se daba en el siglo XX a los asentamientos pobres y
marginales en México. Una ciudad perdida es el conjunto de casas de
cartón, materiales reciclables y de desperdicio, se les llaman también
asentamientos irregulares y generalmente habitan en los periferias de
las ciudades, en las laderas y las cimas de los cerros, a lo largo de
ríos y canales, asedian las autopistas, se les llama también cinturones
de miseria.
Los moradores que viven en
las ciudades perdidas lo hacen en condiciones muy difíciles, en
precarias viviendas, hacinados, en principio sin servicios básicos, sin
agua, sin luz y sanitarios, acorralados por las plagas, las
enfermedades, la delincuencia y la violencia, la pobreza, la desigualdad
y la persecución, que son las principales causas para que muchos emigren
del campo a las ciudades. Este fenómeno no es distintivo de México, ni
de América Latina, en todo el mundo se sufre esta problemática. Hoy el
panorama:
“Han empeorado, entre
otras cosas, las condiciones de la calidad ambiental, la salud humana y
la productividad urbana. Entre los problemas urbanos más críticos se
cuentan los de la segregación y aislamiento, hacinamiento; déficit o
inadecuada localización de equipamiento, servicios o infraestructura;
ocupación de espacios no aptos para la vida humana, deficiencia; en los
suelos de fundación, inadecuada planificación del tránsito urbano, mala
gestión de los residuos sólidos y líquidos, contaminación, contaminación
de las aguas y el aire; y riesgos de inundaciones y deslizamientos.”
RENÉ BARTILLAC CIUDADES EN BANCARROTA.
En otros países a estas
localidades se les conocen como arrabales, favelas, ranchos o barriadas:
“Desde hace más de
cincuenta años las grandes ciudades latinoamericanas, conocen un
fenómeno social que no parece poder revertirse: la proliferación de los
barrios de habitad precario, denominados, según las épocas y los países,
favelas, villas-miseria, arrabales o de manera más neutra asentamientos
humanos…”
Concretamente las ciudades
y pueblos del Valle de Tulancingo están sufriendo de un crecimiento sin
control, basta con observar cómo la mancha urbana invade los terrenos
fértiles en donde anteriormente existían bosques, tierras de labor y
alfalfares, zonas arqueológicas y parques naturales. Desde varios puntos
ya se ve un valle desfigurado invadido por casas, bodegas y comercios,
construcciones en su mayoría de nulo valor arquitectónico. Desde hace 40
años este valle empezó a poblarse y a crecer desmedidamente, sus
gobernantes muy pocas acciones hicieron para detenerlo.
Ni las Cartas de Síntesis
para el Desarrollo urbano de Tulancingo sirvieron para planear el
desarrollo urbano y de población. “Cada uno, se asienta y construye como
se le da la gana”. El Centro Histórico se ha difuminado y hoy todo es un
mercado, perdiendo su valor histórico; no hay parques y jardines, no hay
plazas cívicas ni lugares para la recreación familiar. Las obras
existentes en la últimas décadas solo han propiciado más desorden. En
otras palabras la ciudad de Tulancingo es un caos.
En las agendas de los candidatos y gobernantes nunca ha existido el
interés por planear una ciudad sustentable y humana que beneficie a toda
la población. Ojalá que pronto se realicen acciones para rescatar a
Tulancingo.
Hasta la próxima.
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