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| Gloria Valencia | ||
Zazacuala, importante zona arqueológica hidalguense
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Las Bellísimas Danzas Mexicanas
Por Gloria Valencia Vargas
Una de las expresiones artísticas en que se conjunta el cuerpo y la música es la danza, ésta ha estado presente desde la aparición del hombre en la tierra, en todo tiempo y en todas las culturas.
Es el padre Francisco Javier Clavijero quien hace una maravillosa descripción del significado en el mundo prehispánico de la danza:
“... Eran bellísimas sus danzas. Desde niños se ejercitaban en ellas bajo la dirección de los sacerdotes. Eran de diversas suertes y con diferentes nombres que expresaban o la calidad de la danza o las circunstancias de la fiesta en que se usaban. En unas danzaban en círculo y en otras en filas; unas eran de sólo hombres y en otras danzaban también las mujeres. Vestíanse para la danza los nobles de los más ricos vestidos; adornábanse de brazaletes, zarcillos, pendientes de oro, pluma y pedrería y llevaban en una mano un escudo cubierto de las más vistosas plumas o un mosqueador de la misma materia y en la otra un ayacaxtli, que era un calabacillo con muchos agujeros y cantidad de pedrezuelas dentro, que agitaban acompañando su ruido, que no era desagradable, el son de los instrumentos. Los plebeyos se disfrazaban en varias figuras de animales con vestidos hechos de papel, pluma y pieles”. En cuanto al lugar donde se efectuaban, el autor cita lo siguiente:
“Las danzas menores, que se hacían en los palacios para recreación de los señores, o en los templos por devoción particular, o en sus casas en ocasión de algunas bodas u otro regocijo doméstico se componían de pocos danzantes formados por lo común en dos líneas rectas y paralelas que a ratos danzaban con las caras vueltas hacia una extremidad de su línea, a ratos mirando cada uno al correspondiente de la otra línea o entreverándose los de una línea con los de la otra y permutando de lugar...”
Existían también las danzas rituales, a estas se les nombraban como danzas mayores y la diferencia con las menores consistía en el lugar y el número de danzantes.
“Las danzas mayores, que se tenían en las plazas grandes o en el atrio del Templo Mayor, se diferenciaban en el orden y forma y número de danzantes. Éste era tan grande que a veces danzaban a un tiempo mil y aún dos mil hombres. Ocupaba la música el centro del atrio o plaza; inmediatas a ella danzaban los señores formando dos, tres o más círculos, según el número que concurría; a distancia de estos círculos se formaban otros concéntricos a los primeros y a distancia de éstos segundos otros muchos mayores que ordinariamente se componían de jóvenes. Todos éstos círculos tenían por centro al huehuetl y al Teponaztli.”
Aunque muchas danzas antiguas aún persisten, muchas otras se han perdido gracias a la indiferencia de los jóvenes de las comunidades indígenas por aprender y preservarlas.
En la década pasada en la Huasteca Hidalguense se ejecutaban varias danzas:
La Danza de Xochitime, se localiza en las comunidades de Juanacatlán municipio de Huejutla y en Pochotitla, municipio de Orizatlán; Danza de los Amictine (pescaditos) se localiza en el barrio de Zinacatitla, municipio de Jaltocan. (Profesor Raúl Guerrero Guerrero).
Tanto el padre Clavijero como el profesor Guerrero, mencionan una danza que persiste en la actualidad y se trata de la Danza de los Listones.
En diversos Estados de la República se ejecutan las danzas de los “concheros”, otras producto del mestizaje cultural son: La de “Moros y Cristianos”, “Los Chinelos”, “Segadores”, “Pastoras”. En Sonora “Las Pescolas” y “del Venado”; en esta región la de “Los Negritos”. En Santa Ana Hueytlalpan se ejecuta la del “Pozo”. El país es rico en estas manifestaciones artísticas que a todos nos compete preservarlas.
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