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Magno Fernandes dos Reis |
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La estética
fragmentaria y el privilegio de existir
Por Magno Fernández dos Reis
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Pedro Calderón de la Barca, 1636-1673
¿Qué es hoy el barroco y el neoclásico aún
para nosotros? Creo que la grandeza de la ciudad está
ciertamente en la conservación del patrimonio y en la
aspiración por mejorar lo que es la ciudad. Las fachadas de
las casas y de las iglesias son un sueño que nace del
corazón del tiempo. Lo que debe interesarle al lector es
descubrir los secretos y las ideas ocultas en las fachadas
de las casas que puedan ser provechosas más allá de todos
los hechos. San Cristóbal de Las Casas es un conjunto de
muchas cosas: memorias, deseos, signos de diferentes
lenguajes visuales; es un lugar de trueque de palabras, de
colores, de recuerdos.
Las portadas barrocas de las escasas casas e
iglesias que resistieron al Neoclásico se abren y se cierran
con imágenes de ciudades felices. Desgraciadamente, los
historiadores y los académicos locales no tienen ojos para
ver el arte, ya que sus estudios están volcados a la
historia política. No comparto con el historiador Juan Pedro
Viqueira la idea de que “la plástica chiapaneca del siglo
XVI y XVII tiene como objetivo esencial ilustrar los dogmas
de la iglesia católica, acercar a los fieles, la gran
mayoría de ellos indios recién convertidos” porque a mi modo
de ver, la esencia de San Cristóbal de Las Casas puede ser
encontrada en las características propias del pueblo y en
las diferencias que nacieron del diálogo entre el arte
colonial de Oaxaca y el arte guatemalteco. La pequeña y
mutilada portada del siglo XVI en la calle que va de la
torre del Carmen a la Catedral y la Casa de Mazariegos nos
aclara que la principal preocupación del arte es con la
libertad de expresión. El lenguaje visual de San Cristóbal
de las Casas fue cegado, mutilado y empobrecido. En este
siglo, hemos contribuido al empobrecimiento de San Cristóbal
de Las Casas al permitir (por omisión y miedo) la
destrucción de esta unidad. Las fachadas de la mayoría de
las casas antiguas perdieron sus características barrocas y
su lenguaje visual; y en la arquitectura moderna el lenguaje
es insignificante. Para que la ciudad de San Cristóbal de
las Casas nutra su magia, es preciso rescatar las figuras de
lenguaje de la opacidad en que se halla hundida. Cuando
Efraín Bartolomé afirma que los gatos beben agua lunar en
los tejados de las casas, nos enseña a ver San Cristóbal de
las Casas de forma nueva y a rescatar los raros leones que
están en el friso del primer cuerpo de la catedral, arriba
de los nichos.
El gato pincelado por el poeta presenta como
novedad lo que ojo humano presencia como monotonía
enturbiada. ¿Por qué las caras de estos leones de la fachada
de la Catedral son casi humanas? En las vigas de la puerta
es posible entablar una charla con la figura ideada para ser
una sirena donde el artista hizo de ella una mujer-serpiente
con rostro entre los pétalos de flores. Ese tipo de figuras
no corresponden al gusto de la época, reflejado en las bases
guatemaltecas, sino que se distingue de las soluciones
barrocas prehispánicas, por una fragilidad, por una figura
sensual y delicada eminentemente indígena. Es la solución
indígena de la Ciudad Real. Es la presencia indígena en la
catedral ya que la serpiente representa a los dioses mayas,
el barroco de San Cristóbal de las Casas fue, por
perfección, lleno de “chiapanequidad” y entrañado de amor a
la cultura prehispánica, al descendiente de los mayas.
Desde la decoración de la fachada de la
catedral y del templo de Santo Domingo compuesto de motivos
vegetales, tallos, hojas y flores, estos artistas anónimos
(indígenas) aprovecharon la oportunidad de representas
escenas de las ciudades prehispánicas. El espíritu barroco
está presente en la organización de las figuras y en la
composición general de la portada de la catedral. Si la
poesía de las fachadas barrocas es sencilla, natural, tierna
y chiapaneca, las escenas del arquitecto Carlos Z. Flores
son complejas, notables, occidentales. El movimiento contra
el barroco, del cual nacería el Neoclasicismo en la Ciudad
Real a mediados del siglo XIX tuvo como a uno de sus
inspiradores al arquitecto Carlos Z. Flores, entusiasta de
Vignola. Carlos Z. Flores ve en la monumentalidad y en la
suntuosidad del Barroco una deformación del arte, cuya
característica para él es la de la delicada simplicidad y
serena grandeza. Hoy, el espectador puede comprobar que un
san cristobalense aplicó aquí las teorías estilísticas de
Vignola con sencillez conmovedora. Esa grandeza es
interpretada por el regreso a la simetría, al frontón y a
la columna, al uso austero del color blanco o cenizas en las
paredes. El lienzo “La Batalla del 5 de mayo”, de Anselmo
Ruedas tiene característica “neoclásica” porque hay un
predominio despótico de la forma sobre el color y el tema
histórico elegido por el artista es tratado con rigor
didáctico. El historiador Francisco de la Maza (UNAM)
advierte al espectador que las columnas sustituidas por
Flores en 1920 en la Catedral tienen el acierto de añadir
solemnidad al interior, pero Maza nos propone discutir el
peligro estético que entraña la transformación de una
basílica de carácter mudéjar a otra de tipo latino. Sin
embargo, creo que la energía de las fachadas barrocas y
neoclásicas de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas es
para redimir la vida y sacarla de su obscuridad. Las escasas
figuras de las portadas de las iglesias barracos que
nacieran de las manos indígenas y las láminas de Vignoli
transplantadas por Z. Flores a la arquitectura civil de San
Cristóbal de Las Casas es un auxilio a la frágil existencia
humana. La función simbólica de las fachadas y de las
ventanas de la arquitectura civil (barroca o neoclásica) es
conferir a la experiencia de la belleza, el poder de
complementar una vida mutilada y fragmentada. La
experiencia de lo simbólico en la fachada de la catedral
(barroco) o en las formas concretas (neoclásicas) casi
abstractas constituye un “fragmento estético” del tiempo que
nos permite proteger la vida. Las obras de Flores son
identificadas por el espectador por el espíritu formal de
pureza y apego a las láminas de Vignoli. La sirena labrada
en piedra (barroco) en la portada de la Casa Mazariegos me
proporciona la evidencia de que algo efectivamente pasó
entre los hombres (indígenas y europeos).
El arte nos permite descubrir, por un
instante, el pasado en el futuro y en el presente.
Sin duda mi contemplación estética, o sea mi
encuentro con las figuras barracos en las fachadas de la
Casa Mazariegos, me remite a la totalidad del mundo a y la
existencia humana que encuentro en las obras de Alfredo
Volpi y en el lienzo Abaporu de Tarsila do Amaral obras que
inspiraron el siguiente manifiesto: Una conciencia
participante, una rítmica religiosa.Contra todos los
importadores de la conciencia enlatada. La existencia
palpable de la vida. Y la mentalidad pre-lógica para que la
estudie el Sr. Lévy-Bruhl. Queremos la Revolución de
los indios Caraibas. Mayor que la Revolución
Francesa. La unificación de todas las revueltas
eficaces en la dirección del hombre. Sin nosotros, Europa
ni siquiera tendría su pobre declaración de los derechos
del hombre. La edad de oro anunciada por
América. La edad de oro. Y todas las girls.
Filiación. El contacto con el Brasil Caraíba. Où
Villegaignon prit terre. Montaigne. El hombre
natural. Rousseau. Caminamos de la Revolución Francesa al
Romanticismo, a la Revolución
Bolchevique, a la Revolución Surrealista y al bárbaro
tecnificado de Keyserling....
Oswald de Andrade. Piratininga, Ano 374 da
Deglutição do Bispo Sardinha.
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