|
Por Avelina Lésper
La realidad no es una elección, es fatalidad. Ante esa
fatalidad,
el callejón cerrado en el que nos movemos, tratamos de ver sólo
lo que queremos. Nada más. Entonces es cuando la obra del pintor puede
sorprender, porque ve, porque se detiene frente a lo que preferiríamos
ignorar para transformarlo o sublimarlo al recrearlo.
El artista nos impone una imagen, nos grita “mira, está aquí” y hace que no
ignoremos lo que existe, que no pasemos de largo. Esa mirada los pintores la
comparten con los poetas. La invención de
un instante que sin esa mirada se habría perdido. José María nos enfrenta a
imágenes que nos hacen culpables por haberlas mirado, culpables por la
intromisión, por ver algo íntimo, cruel o doloroso. Esa claridad y veracidad
de su pintura, la decisión de ser realista con escenas cotidianas o
imposibles, hace de su obra de una delicada crueldad, la belleza que duele
mirar.
Títulos de las obras: (pájaro) Pequeña muerte. (Mujer
golpeada) ya no me quieras tanto.
|
|