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Con motivo
de su aniversario luctuoso,
Leticia Ocharán en Octubre
por Roberto
López Moreno |
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de la obra de Leticia Ocharán:
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Hoy, 23 de octubre, se cumplió un aniversario más del
fallecimiento de Leticia Ocharán.
Savia sabia de Tabasco que dio a luz esa fuente
de color que se llamó Leticia Ocharán. Savia que se vuelve
río, largo y tranquilo lagarto de agua deslizándose en la
adormecida sabana, alimentando ensueños que sólo cuna pueden
tener en la languidez del trópico. Sabia que conoce los
secretos del rayo bajando por las escaleras de la ceiba
sagrada, por donde, en vía inversa, se elevan los secretos
de la tierra hasta la curvatura aérea que sólo cuna puede
tener en la arrechura y la sensualidad del trópico.
La referencia a tales realidades y la savia que las
alimenta, se debe a que con esa energía fue y creció el arte
de Leticia, la que no necesitó recorrer los caminos de la
descripción para que la fuerza tórrida de que provenía
tintara sus cuadros llenos de saViduria. La cita obvia,
directa, la fácil descripción subrayan una sencillez que no
iba con ella, tan comprometida en los asuntos de la alta
poesía, atendiendo a lo que siempre quiso ser, una mujer en
conversación continua con la poesía lírica (su obra
abstracta) y la poesía épica (su obra figurativa). Y así lo
dejó escrito en sus textos sobre las artes plásticas, y así
lo dejó pintado en óleos y acrílicos sobre los que sangraban
los soles de Tabasco. |
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Lectora hasta los huesos de Carlos Pellicer, hasta las
neuronas lectora de José Gorostiza, en sus cuadros hay mucho
de ellos sin que nunca hubiera tenido que decir: vengan,
vean, en este ángulo, en esta espiral, aquí están, son ellos
repartiendo el fuego, soledades en llamas con las manos
llenas de color, canciones sobre las barcas en las aguas de
Tabasco que vienen y que van. Pero Leticia, la alegría de
vivir, sabía que los llevaba muy adentro, muy en esa
sensibilidad que iba de la emoción al pincel y del pincel a
la tela en una cadena de amor interminable.
Leticia pintó para Tabasco dos murales; uno, en relieve para
el kiosco de Jonuta en el Parque de La Choca, Villahermosa,
y el otro, para el museo de sitio de la Venta, en el litoral
del Golfo. En el primero hace avanzar los perfiles de los
cinco señores de Jonuta acompañados de sus soles para
cumplimetar la curva del tiempo. En el otro, el jaguar-dios
y la erudita serpiente se entrelazan en una cinta de Moevius
que nos lleva —por medio de la magia del arte— de nuestros
orígenes a nuestros derroteros. El primer mural fue
destruido por los políticos para poner ahí un emporio
restaurantero. |
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Como pintora fue del caballete al mural y de los muros
trópicos de nuevo al caballete en donde, como ya lo
apuntábamos, izó tanto los secretos del abstraccionismo como
las banderas de un figurativismo que desde ella, era también
misterios por resolver.
Pero hubo performances en su actividad de artista, y
ambientaciones, y trabajos de poesía visual, y todo tipo de
experimentaciones como fuentes que nunca le fueron ajenas,
como no le fue ajeno tampoco el grabado, hecho acto civil
sobre las mesas de trabajo del Taller de Gráfica Popular,
labor que muy bien se emparentó con su infatigable lucha en
favor de los derechos y la dignidad de los artistas. Y no
sólo era la inspiración sino también el fundamento teórico
los que actuaban. Esto la llevó, además, por los vericuetos
de la crítica de arte, para lo que ingresó a la Facultad de
Filosofía y Letras, en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM); para lo que salió de esa Facultad y tomó
papel, y tinta.., y viento. Por eso es que su arte era
sabio, estaba hecho de razón y sentimiento, de meditación y
sensualidad, otra vez Pellicer y Gorostiza en llamas para su
mano maestra.
Por su oficio, lo que somos estuvo en España, en Corea, en
Venezuela, en Cuba, en... Seguimos frente a su obra,
perfectamente vivos nosotros y ella, que creyó que se había
ido para siempre en octubre, pero que no sabía (lo más
seguro es que sí) que se había quedado, para siempre, entre
nosotros, entre nuestra vista y nuestro latido. |
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