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Samuel Cavero Galimidi
SONIA ESTRADA: EL REALISMO QUE VISTE EL ALMA
ANDINA CON FUEGO Y VIOLETA
Sus colores favoritos son, lo dice ella, el morado y el verde.
Admiradora del memorable pintor neerlandés Vincent van Gogh.
Sonia Estrada Melgarejo no pinta lienzos; pinta crónicas con
sus pinceles que la harán memorable en el tiempo. Desde
Quinuabamba, Áncash, esta muy destacada artista plástica peruana
se consolidó como una de las voces visuales más genuinas del
Ande, transformando la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA)
en un crisol donde la técnica académica se fundió con la pasión
indigenista y una inconfundible conciencia social.
El corazón de la obra de Sonia Estrada es el Realismo Andino.
Sus más de 40 años de trayectoria se han dedicado a capturar la
vida sin filtros, elevando a protagonistas de su lienzo al
campesino, la mujer vendedora, el arriero y las dinámicas de la
Asamblea Comunal. No es una representación idealizada; es un
testimonio de la dignidad inherente en el trabajo diario. Obras
como "Trilla con asnos" o "Poeta campesina" no solo muestran una
escena; preservan una costumbre, documentan un esfuerzo y
celebran la identidad profunda de la sierra peruana.
Si bien Sonia Estrada abraza la temática social, su verdadero
genio reside en su manejo del color, un elemento que rompe con
las convenciones del indigenismo pictórico tradicional.
La pintora, quien tuvo la fortuna de ser alumna de Víctor
Humareda, asimiló una lección crucial: el color como credo. En
lugar de limitarse a tonos terrosos y apagados, la obra de
Estrada explota con un cromatismo encendido y brillante. Los
azules, naranjas intensos, rojos profundos y,
característicamente, una gama de violetas y púrpuras en sus
paisajes, confieren a la sierra una cualidad casi mística y
vibrante. Este uso audaz no es solo estético; es una declaración
de que el mundo andino es vasto y vívido, digno de la paleta más
rica y expresiva.
“Pinto lo que soy, lo que siento. Es mi forma de honrar a mi
pueblo.”
Su solidez se demuestra en sus más de 28 exposiciones
individuales, una carrera que también la llevó a México, donde
su aprecio por los muralistas reforzó su visión de un arte
comprometido y monumental. Estrada Melgarejo ha sido, ante todo,
una cronista visual incansable.
Sonia Estrada es una artista que ha dedicado su pincel a la
memoria y a la verdad. Su legado es un mural continuo de la vida
ancashina, donde el realismo actúa como espejo y el color como
la emoción que envuelve a sus protagonistas. Nos deja una obra
que es, a la vez, documento social y fiesta visual.
¡Felicitaciones! |