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En Lima, Perú, tuvo lugar la inauguración de la exposición
Ever Arrascue, el pasado mes de septiembre en el Centro
Cultural Ccori Wasi, en homenaje a su tierra natal Camarca,
obra de la que nos habla Manuel Pantigoso.



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EXPOSICIÓN:
“HOMENAJE A CAJAMARCA"
DEL PINTOR
EVER ARRASCUE
por
Manuel Pantigoso
El adelanto pictórico de
Ever
Arrascue,
que tiene muchos años afirmándose en el arte maravilloso de
la pintura, aparece con mucha fuerza y agregado talento en
sus últimas exposiciones. En su progresión artística es muy
claro percibir la exigencia de juntar el espíritu
tradicional con el moderno, a través, sobretodo, de la
seguridad con la que se introduce en el mundo del color en
donde la figuración y la abstracción de la atmósfera se
imbrican naturalmente, dentro de una técnica segura que va
más allá de una plasmación realista.
La exposición que
Ever
Arrascue
inaugura en el Centro Cultural Ccori Wasi en homenaje al
mundo mágico de Cajamarca -su tierra natal- tiene tres
vertientes o senderos: 1) composición de rostros en donde
hay predisposición para captar el lado emocional y
psicológico de los personajes del campo, predominando una
cierta crispación emocional parecida a la ansiedad o a la
espera; son cuadros que bien podrían ser murales,
especialidad en donde el pintor es un buen representante; 2)
presencias de estos mismos personajes realizando acciones,
por ejemplo, musicales, con instrumentos del lugar (clarín,
tambor, antara); 3) paisajes del campo, con sus habitantes
en escala menor, dentro de un ambiente coral donde
sobresalen casas humildes, árboles y ríos, cerros y caminos
que idealizan el paisaje a través de la trascendencia.
En la última temática
Ever
Arrascue
ha alcanzado una alta maestría. En ese espacio magnífico del
paisaje, con el cual el pintor se unimisma, aparece la
referida tendencia a unir lo clásico con lo moderno, a la
altura de los grandes paisajistas cajamarquinos. El
espectador ha de encontrar un conjunto de tratamientos
pictóricos en el mismo cuadro, con empastes variados en
pinceladas diversas y toques de espátula, a la manera de una
miscelánea en donde el ojo será el encargado de armonizar el
conjunto tan pleno de acordes concertados y de luces con
proyección diagonal.
A propósito de esta armonía en la pintura de
Ever
Arrascue,
sus lienzos tienen mucho de orquestación. La figura y el
color proponen una simbiosis en donde la melodía corresponde
a los personajes de Cajamarca; la armonía es, por su lado,
la complementación del hecho mismo de saber pintar
utilizando sobre todo los fuertes colores puros, los suaves
intermedios y los complementarios: azules, rojos, amarillos;
ocres, grises y violetas, verdes y naranjas, etc., bien
matizados, que deslumbran la retina y nos conducen al
optimismo.
Ya pasó el tiempo del “paisaje pintado”, del color
descontinuado; ahora el color ha pasado a ser el ritmo
palpitante, sístole y diástole del espíritu en donde el
pincel expresa la intención, la destreza y el diálogo del
alma con intención poética. Ahora los desbordes se controlan
para que, desde las formas, surja la esencialidad que es
propia del arte.
Dentro de su impronta estilística y en posesión de una
búsqueda madura,
Ever
va logrando con pasión y con estudio permanente, las
cualidades de un auténtico maestro -que lo es-, creciendo
sin pausa. Aquí radica su talento
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