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29.Oct.18
por
Carlos H. Vázquez
El maniquí
protesta
por la cosificación
de su desnudo
en desuso.
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Cuan bellos tus ojos,
invitando a pasar a mi adeene,
bajo la provincia floral
de tu vestido enamorado.
Hace olvidar la polución
del mundo extinto;
mece en su seno fértil
el cristalino arrollo
de lo recién nacido.
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Cesa el llanto
de la bebé serpiente
a partir del entretenimiento
del títere humano.
Hace zu zu,
lanza sin control
eseseos peligrosos
de veneno a carcajadas,
de no ser porque la madre
paga bien,
el iluso del guiñol
habría ya
salido huyendo.
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