México, D.F.

para que te vengas a sentar,

a discurrir conmigo sobre el mar,

mientras nos miramos

en la negridad de las miradas;

viene incluida una sombra,

en una parte del pasto, con sus flores y todo;

también algunos cedritos

y sus futuros nidos de cantos,

sus cielos azules limitados por la noche,

y una selecta variación de constelaciones

de estrellas. Por lo que, extrañamente,

me siento feliz.