Ella se daba a los pasos
a la noche
a la incomprensible mirada
de esposas a sueldo.
Se daba al placer
a sus pasos
a los experimentos
conceptuales sobre la piel.
se daba a mis pasos
y a mi entera noche,
a la huida de los dueños del circo
con sus fieras convicciones extintas
en cuanto anidaba el sol.
Se daba
se daba.
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De tu piel
los mantos freáticos
en mi reposo.
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Si el mundo durara un sólo día
un día eterno
cuánto podría amarte a plenitud
cuánto podría valerme madre
la idea de la resurrección
del pecado y el sudor en la frente.
Si el mundo durara un sólo día
un día eterno
el mundo sería para siempre
tuyo y mío.
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Y allí dentro
vienes cargando algo mío.
Un envase de mis extensiones atómicas.
Vibras desde los veinte kilómetros
previos a mi cama.
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Frascos de almíbar
coinciden en el limbo de la alacena
en espera de juicio gastronómico.
Con sus glándulas gustativas
y odoríferas
inventan algo llamado amor.