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Carlos Villalobos

 
     
     
     
     
     
  Costa Rica  
     
     
     
     

 

   

23.May.22

 

 

Del poeta costarricense Carlos Villalobos

 

 

 

 

La conjura de Belén

                       

 

 

 

No caben más heridas

en la punta del cuchillo.

No caben más garrotes

en el cráneo de los rebeldes.

Estos muertos

no cabrán nunca en su ceniza.

 

La conjura de Belén fue terrible.

José de Bustamante y Guerra

le sacó las vísceras al día

antes de que alumbrara el fuego.

 

 La conjura de Belén fue terrible.

Condenaron a la horca un río

antes de que el mar se lo tragara.

Le arrancaron las pupilas

a San Carlos de Borromeo.

No hubo suficiente tinta

para imprimir en el aire

las palabras de esta noche.

 

Ni siquiera las piedras pudieron

esconder su nombre.

Ni siquiera los barcos viejos

pudieron encontrar la costa.

 

Veamos.

Era 28 de octubre de 1813.

Un círculo de escribas se tatuaba lanzas rojas

en la punta de la lengua.

En la celda de un convento

los curas hacían relojes

con pólvora de Dios.

 

La conjura de Belén fue terrible.

Del otro lado también estaba el ojo del Espíritu Santo

y el palio del obispo que ladraba

con la Biblia abierta.

 

La conjura de Belén fue terrible.

Los insurgentes se vistieron con su propia sombra.

A unos los mataron con las sogas del infierno

a otros les dieron a beber las letras del desierto.

 

Esa noche los rebeldes

se tuvieron que comer sus propios huesos.

 

 


 

   
     
     

 

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