Tulancingo cultural tras los tules... |
Tulancingo, Hidalgo, México |
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II. “Por tus orillas/ camino/ angostas/ caigo/ filosas/ sangro”; es un poema en el que podríamos hablar de versos alternos. La poesía no es lógica y menos cuando brota desde la profundidad del alma, del estado de meditación. “Tu cuerpo/ de palabras tu mar/ tu amor/ palabras”. El mundo es palabras. El amor, en gran medida, es no más que palabras.
III. Versos minúsculos, de dos sílabas, incluso de una. Al final, la sensación es la de la fragmentariedad, la vida y el tiempo que se presentan en un cotinuum, a través de las sensaciones se fragmentan cuando las sensaciones son poderosas. El mundo se vuelve un conjunto de sensaciones mínimas en donde paradójicamente aparece el infinito.
IV. La poeta llega necesariamente al punto de definir qué es su poesía: “No escribo versos/ son gotas que escurren/ de dentro”. Sentir el mundo, sentirse en el mundo. Es el universo el que escribe a través de la poeta. El sentir y su latido. La comunión, la desconstrucción de la realidad. El universo escribe a través de la poeta.
V. Es sentido de la extrañeza de la realidad de este mundo. La existencia es el infinito lapso de un pestañeo. Ciertamente, en semejante estado de consciencia, la vida es otra. Que soy/ que estoy/ en un lapso/ en un pestañeo/ la vida es otra. VI. La palabra, todopoderosa, entrega al poeta al mundo: “poseo lo que tengo que decir”.
VII. Con la imagen que remite a la pintura de Remedios Varo: “Convivo/ ausente/ trenzando el silencio/ las palabras/ que vacías/ enajenan/ la palabra/ que/ ordena”; la imagen bordea el vacío, invoca a la Noche oscura del alma.
Pero el libro nos depara una sorpresa. De pronto estamos en el poema XIX: Y vío alumbre que me protecte piedra nube blancopaca vío luz flor pigmentados y brillos me refulgen. Mi mira espejo te vío estás en mí con tu nombre que me labia mío me sientes impostado sobre pero impuesto mi espir y-tú
Poema en el que la poeta alcanza el punto de originalidad sin perder lo profundo. El retorcimiento de las palabras ocurre porque se incurre en el decir de lo inenarrable, porque las palabras no existen, el lenguaje no alcanza, pero la expresión no se detiene.
La poeta se convierte en una vidente, la sibila sumergida en el éxtasis pronuncia lo indecible. Para concluir quiero anotar algunas ideas que me suscita el poema XXIV:"Entro/ dimensión suave/ sutil/ me absorbe/ me abstrae/ me ajena de realismo/ deslizo hasta allí/ este ser/ donde la pupila/ se expande/ se dilata/ dimensión diamante” La poeta ha dejado de ser ella misma, ahora es todo, en la dimensión diamante, en el que ocurre la contemplación de sí misma, que es el universo. En su navegar se descubre en la “dimensión diamante/ donde amante tuya me vuelvo/ y me milagro”; en las profundidades de sí misma se inaugura el verbo milagrar: “en esta infinitud/ alucerada/ afogada/ brillada mi piel/ me goza".
Cristina ha realizado el viaje de Ulises, vislumbrando el infierno de la desolación para reintegrarse al paraíso de la totalidad, del arrobamiento extático. En efecto, la vida es otra, o bien, mi reino no es de este mundo. No es de otro mundo externo al menos. La vida está en otra parte. El reino, lo prueban estos poemas, es interior.
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