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Elena Garro en Cuernavaca
(crónica)
Elena
Garro (Puebla, 1916) llegó a la ciudad en 1993.
Venida de Europa con su hija, Helena Paz Garro,
fincaría aquí
su residencia hasta la muerte. Garro continuó
escribiendo en Cuernavaca, ganó premios y recibió
homenajes. Su paso por la ciudad dejó huella. La
primera vez que Elena y Helena pisaron Cuernavaca,
por una corta temporada, fue cuando, tras un exilio
desde 1968, regresaron a México el 7 de noviembre de
1991. En su estancia, la escritora recibió homenajes
en Guadalajara, Monterrey, Puebla, Oaxaca y en la
Ciudad de México:
Reinstalada en Cuernavaca con su hermana Deva,
regresó en dos ocasiones a la Ciudad de México. Una
de ellas para presenciar el homenaje celebrado en la
Sala de Murales del Palacio de Bellas Artes el
viernes 29 de noviembre de 1991. Los invitados ahí
para hablar de su obra fueron Emilio Carballido,
Héctor Azar, Margo Glantz, Silvia Molina, Carmen
Boullosa y Guillermo Samperio, titular en ese
entonces del Departamento de Literatura del
imba
(Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 471).
Después Garro y su hija partirían de nuevo a París.
Dos años más tarde, regresarán definitivamente a
México, el 10 junio de 1993: “Tras ellas, salen de
la nave diez gatos, cada uno en su jaula; y con
ellas otros tres, los más pequeños […] Después
llegarán las setenta cajas en que depositó sus
libros. […] Van a vivir en la calle Manantiales
número 10, departamento 3 [en Cuernavaca]”. Ya
instaladas en Cuernavaca, “el Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes le da a Elena una beca
vitalicia” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 481),
con lo que pueden mantenerse, por lo menos en parte.
En 1993 Garro es una escritora famosa. En 1992 la
editorial Siglo
xxi
publicó Memorias de España 1937, en donde
cuenta el viaje que realizara con Octavio Paz y
otros intelectuales a España aquel año, en donde
asistieron al
ii Congreso Internacional de Escritores para
la Defensa de la Cultura.
Por otra parte, su trayectoria ya es algo célebre y
sus obras (La dama boba, La casa junto al
río, La semana de colores, Felipe Ángeles,
entre otras) son leídas por seguidores e
intelectuales, incluso por sus detractores. Su obra
más reconocida es Los recuerdos del porvenir,
novela con la que consiguió el Premio Xavier
Villaurrutia en 1963 (compartido con la novela La
feria de Juan José Arreola), y la cual fue
llevada al cine por Arturo Ripstein en
1967.
Mucho
se ha escrito acerca de la importancia y la vigencia
de su obra. Un referente necesario es la labor de
Patricia Rosas Lopátegui, investigadora de la
Universidad de Nuevo México (eua),
especialista en Garro, quien ha publicado tres
libros acerca de su vida y obra: Yo solo soy
memoria. Biografía visual de Elena Garro
(Ediciones Castillo, 2000), Testimonios sobre
Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El
asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una
perspectiva biográfica (uaem-Porrúa,
2005).
Además, hay volúmenes de entrevistas, como La
ingobernable. Encuentros y desencuentros con Elena
Garro, de Luis Enrique Ramírez (Ramírez, 2000),
entre otros.
René Avilés Favila también ha escrito acerca de
ella. A su llegada en 1991 apuntó: “Elena Garro es
sin duda el ser más vigoroso y enigmático de la
literatura mexicana. Su larga ausencia del país,
lejos de olvidarla, la ha hecho más sólida. Su
inmensa literatura está presente a pesar del
silencio de la crítica oficial o burocratizada”
(Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 463). Y en 1993: “Garro
como nadie merece el reconocimiento oficial, el
Premio Nacional de Literatura” (Rosas-Lopátegui,
2002, pág. 464).
En medios nacionales de importancia como La
Jornada Semanal, Siempre!, El Universal y
Proceso, por citar algunos, se ha reproducido su
obra y se han publicado artículos, poemas, cartas,
telegramas y notas de la autora o acerca de ella.
Diferentes medios han dedicado números monotemáticos
a Garro.
Por
fin, en 1993, Elena Garro y Helena Paz Garro se
instalan en Cuernavaca, donde vivía Deva, la única
hermana viva a Garro,
y donde, aun con penurias, logran llevar una vida
juntas. En Helena Paz “se agudiza el uso de
antidepresivos combinados con alcohol”, para aliviar
sus depresiones, pero Garro sigue escribiendo u
organizando su obra, casi se puede decir que
protegiéndola, rescatándola, así lo evidencia el
hecho de que en 1996 se publiquen Busca mi
esquela y Primer amor (Premio Sor Juana
Inés de la Cruz), Un traje rojo para un duelo
y Un corazón en un bote de basura. En “1997,
salen de los baúles que se han convertido en
inmensas bolsas negras para la basura evitando la
destrucción de los manuscritos por los orines de los
gatos, La vida empieza a las tres y otros relatos,
y El accidente y otros cuentos inéditos. Ya
no hubo presentaciones” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág.
487).
El año
de 1995 es simbólico en la estancia de Garro en
Cuernavaca, como lo sería en las letras locales. La
Universidad Autónoma del Estado de Morelos (uaem)
le hizo un homenaje. Esa sería su última aparición
pública: “el 27 de octubre de 1995, Elena hizo su
primera y última aparición en público desde su
llegada a México en el verano de 1993. Grijalbo
organiza
la presentación de Inés con la presencia de
la escritora” (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 484).
Una crónica de Blanca Ruiz de la época nos habla del
evento: “Elena Garro salió de su casa, tomó un taxi
y llegó a la Universidad de Morelos. Iba de mano de
una enfermera y de Inés, su nueva novela.
Frágil, pero intenso, el duende de la escritora
desplegó su encanto en la sala, se llevó un ‘Premio
Nobel’, otorgado de todo corazón por sus lectores y
la certeza de que su presencia es notable,
inolvidable” (Ruiz, 1995, pág. 4). Ahí Garro recibió
muestras de cariño por parte de los asistentes.
En los tres años que siguieron antes de su muerte,
su estado físico o emocional no le permitió salir de
casa: “Tampoco asistió a ninguno de los homenajes o
reconocimientos que se le hicieron. El Instituto de
Cultura de Morelos, El Colegio de México y la
Universidad de Texas de Permian Basin celebraron el
4 y 5 de julio de 1997 el único simposio
internacional en vida de Elena en honor a su obra,
pero en el que ella no pudo estar presente” (Rosas-Lopátegui,
2002, pág. 487). En septiembre de ese año, a sus
ochenta y un años, aún recibiría un homenaje en la
ciudad de Iguala, Guerrero, lugar en donde
transcurrió su infancia. Avilés Favila habló
entonces en su defensa: “Me parece una enorme
injusticia que los mexicanos tengamos a nuestra
mejor escritora recluida en un departamento de
Cuernavaca, pasando dificultades y enfermedades”
(Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 487).
La figura de Garro sedujo también a los jóvenes
cuernavaquences. El 13 de noviembre de 1995, Miguel
Ángel Muñoz, editor de la revista local Tinta
Seca, publica en Época la entrevista
“Elena Garro. Una soledad inmensa”. La periodista
Socorro Venegas también tendría su oportunidad de
entrevistar a Garro; el resultado de ello lo
publicaría años después en la revista Tierra
Adentro. Por ese tiempo el Grupo Editorial
Planeta anunció la publicación de las obras
completas de Garro.
Finalmente, el 22 de agosto de 1998, Garro fallece
víctima de enfisema pulmonar (Espinosa, 1998, págs.
23-25). A su entierro asistieron Rafael Tovar y de
Teresa, Gerardo Estrada, José Luis Martínez y
Anamari Gómez (Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 488),
entre otros, pero fue evidente la ausencia de muchos
intelectuales. Huberto Batis la recordó con cariño y
Marcela del Río le escribió un sentido poema. En
adelante, muchos más la recordarán en las páginas de
diversas publicaciones.
En Cuernavaca no ha faltado quien le rinda homenaje.
El perro azul le dedicó sus números 6 (agosto
de 2003) y 18 (agosto de 2004) a Garro, con textos
de Rosas Lopátegui, Marcela Magdaleno, Susana
Perea-Fox y gráficos de Liliana Mercenario Pomeroy y
Paul León y Vélez. Dos meses después de su
fallecimiento, “Ediciones Castillo publicó su novela
inédita Mi hermanita Magdalena. En 1999 se
crea el Premio Elena Garro, Mejor Lectura
Dramatizada, que otorgan la Sociedad General de
Escritores de México (Sogem), la Compañía
Independiente de Dramaturgos, Actores y Literatos (cidal)
y el Instituto Nacional de Bellas Artes (inba)”
(Rosas-Lopátegui, 2002, pág. 490).
El último hecho referente a Garro en Cuernavaca fue
la presentación del libro El asesinato de Elena
Garro. Periodismo a través de una perspectiva
biográfica de Rosas Lopátegui, el 5 de diciembre
de 2005 en la
uaem.
Su hija, Helena Paz Garro vivió en Cuernavaca hasta
su muerte, acaecida el 30 de marzo de 2014. De ella,
la Editorial Planeta publicó, finalmente en 2004,
sus polémicas Memorias, que levantaron muchas
ámpulas, pero que solo alcanzó una sola edición.
Escritores de la talla de Elena Garro ha habido en
Cuernavaca, sin duda, pero personajes con su
encanto, su misterio, su melancolía y sus gatos,
parece que no muchos.
Referencias
Espinosa, J. L. (23 de agosto de 1998). “Elena Garro
falleció ayer en Cuernavaca”, en Unomásuno,
Cultura, México, págs. 23-25.
Muñoz, M.A. (13 de noviembre de 1995). “Elena Garro,
una soledad inmensa”, en Tinta Seca, México.
Ramírez, L. E. (2000). La ingobernable.
Encuentros y desencuentros con Elena Garro.
México, Raya en el agua.
Ruiz, B. (29 de octubre de 1995). “Elena Garro,
siempre notable”, en Reforma Cultura, México.
Rosas-Lopátegui, P. (2002). Testimonios
sobre Elena Garro. México, Ediciones Castillo.
Rosas-Lopátegui, P. (2005). El asesinato
de Elena Garro. Periodismo a través de una
perspectiva biográfica. México,
uaem-Porrúa.
[1]
Este texto obtuvo el segundo lugar en los
Juegos Florales de Cuernavaca 2006, en la
categoría Memoria Histórica.
[2]
Fue escrito en Cuernavaca, donde investigué
sobre el tema. Yo viví veinticinco años en
el estado de Morelos.
[3]
Se trata de la Beca del Sistema Nacional de
Creadores Eméritos.
[4]
Este último libro recopila la obra
periodística de Elena Garro y fue presentado
el 5 de diciembre de 2005 en Sala de
Rectores de la
uaem.
En él se puede consultar la obra
periodística de Garro publicada en
Cuernavaca, en el semanario Presente!
que dirigió Cristóbal Rojas Romero.
[5]
A Devaky Garro le sobreviven, entre otros,
sus hijos Francisco y Flora Guerrero Garro,
el primero fundador de La Jornada Morelos,
y la segunda activista social y ecológica,
perteneciente al Frente Cívico Pro Defensa
del Casino de la Selva.
[6]
En 1980 Garro ganó la tercera versión del
Premio de Novela Juan Grijalbo por
Testimonios sobre Mariana.
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