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“Corrosivo y agudo, en este libro Graciela Ferrari comprime y revela los
alcances absurdos de nuestra vida cotidiana. Sin que sepamos cómo, se sienta
a nuestro lado para compartir con calidez su mirada del mundo. Es en ese
momento cuando se diluyen nuestras certezas y nuestras educadas máscaras
sociales se resquebrajan, puestas en evidencia.” Javier Swedzky
Graciela Ferrari Feiguin |
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VEINTE
CUADRAS
por Graciela Ferrari Feiguin
Del libro LA VOLUNTAD DE LAS OVEJAS, "LOS NÚMEROS, EL
TIEMPO"
-Caminó veinte cuadras con alegría para llegar a donde nadie
lo esperaba, ni siquiera él mismo. Es que no todo el mundo espera ser
esperado. Es que no todo el mundo merece ser esperado. Y, en rigor, veinte
cuadras son más bien pocas tratándose, como en este caso, de una situación
trascendente. Le digo más: de indiscutible trascendencia.
¿Que cómo puedo afirmarlo con tanto
desparpajo? ¿Que para constatar “indiscutible trascendencia” se hace
necesario presentar pruebas? Cómo no, verifíquelo por su propia cuenta.
Pruebe a caminar veinte cuadras sin detenerse en ningún caso, a un ritmo
parejo, sin caer en distracciones. Llegue al lugar donde espera ser
esperado. Por usted. No, por nadie más, esperado por usted, de eso se trata.
No se encuentra, no está por ninguna parte. No hay manera de reunirse con
usted mismo. ¿Qué hace? ¿Llora, se desespera, se somete a una espera
indefinida, busca ayuda, pide auxilio? Se quedó sin respuesta, aún lo
ignora. Lo sé, no es fácil discernir, una situación trascendente no es
cualquiera, hablamos de palabras mayores.
Ahora bien, mientras recapacita permítame
formularle una última pregunta: después de experimentar los hechos en la
carne y los huesos de su propia persona: ¿qué duda o cuál certidumbre le
agita la conciencia? Concretamente: ¿pudo asumir que veinte cuadras son
pocas para una situación de indiscutible trascendencia?
Ya veo. No, no fue capaz. Escúcheme: ¿y si
prueba con más cuadras, digamos treinta o treinta y cinco? ¿O incluso unas
cuarenta y cinco cuadras? Fíjese que cuarenta y cinco representa más del
doble de veinte. Toda una cifra. Una verdadera performance. ¿Qué me
dice? Quedaría así:
Y en rigor, cuarenta y cinco cuadras son
más bien pocas tratándose, como en este caso, de una situación trascendente.
Le digo más: de indiscutible trascendencia.
A mí me convence, suena bien. Equilibrado,
maduro. ¿Qué opina? ¿Que cuarenta y cinco son un exceso de cuadras? Algo de
razón tiene. Quizá se nos fue la mano. Cuatro kilómetros y medio a pie para
encontrarse con uno mismo… A mitad de camino ya se perdió el interés.
También depende del trayecto, si es cuesta arriba, si la temperatura pisa
los cuarenta grados o bja de cero todo se dificulta. ¿Lo dejamos en veinte
cuadras? No, de acuerdo, con veinte ya probó y no quedó convencido. ¿Cómo
dice? ¿Diez cuadras? ¿Me está diciendo que lo dejamos en diez cuadras? ¡Ah,
no! Sabrá perdonarme pero no se lo puedo aceptar. Diez cuadras es de aquí
hasta allá, un salto, nada no significa nada. ¿Qué quiere probar con esas
diez? Pruebe, para eso estamos, no podrá después sentarme en el banquillo de
los acusados y vociferar señalándome con dureza: ¡obstinado! ¡Intolerante!
¿Ya probó? Bien, mire el desastre que resulta, una ridiculez, mira:
Caminó diez cuadras con alegría para
llegar a donde nadie lo esperaba, ni siquiera él mismo.
¿Vio? Me da la razón, esa pequeña cifra, diez, en este caso
suena ridícula. ¿Entonces? Ah, que todo el asunto es ridículo. Ya veo, usted
no tiene ningún interés en caminar ni una sola cuadra para encontrarse con
usted mismo. Hubiera empezado por ahí. No, ningún problema. Es su punto de
vista. Pero permítame: no le acepto ese concepto, “todo el asunto es
ridículo”. Que usted carezca de interés no significa que la situación
carezca de interés para el resto del mundo. Yo me he comportado con
corrección, he atendido a sus dudas, a sus sugerencias. Su actitud en
cambio, al hacer uso de esas palabras torpes, no está a la altura. Le ruego
que retire lo dicho. Sí, esa parte, “todo el asunto es ridículo”. (…) Está
bien. Sí, era eso. Gracias. Totalmente, estamos en paz. ¿yo? No ahora mismo,
me siento un poco cansado, tanta discusión, tanta controversia. Pero en
cualquier momento voy a volver a mis veinte cuadras del comienzo. Sí, sigo
pensando que son más bien pocas, pero así están las cosas. Sobre todo
tratándose de una situación trascendente. Y le digo más: de indiscutible
trascendencia.
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