por Griselda Gómez
La maestra del poema y su embajada pacifista
Me hizo llegar a su bendición tolteca
La que dibuja con los diez lápices de sus manos...
Palomas de un país herido
La que grita en las plazas los nombres
De los invitados
A la vera de la ruta
La que me viajó de ida
Y no me abandona en la vuelta
La hermana de raíz y raza
Que se quedó en la oración de los silencios
Con el bastón erguido y quieto
Mientras yo trepaba en Huapalcalco
La madre que en esa tarde de viento fugaz
No me dejó huérfana
Y mudó mi pena hacia el poniente
Yo dejé mis risas y mis lágrimas
En la mesa de sus alimañas sagradas
En sus dos casas abiertas a mis huesos
A mis hambres y a mis sueños
Escribo sobre una maga que lee
Más allá del tiempo y de las cosas
Levanta banderas de los libres
Y muestra banderas de los oprimidos
En un encuentro donde sólo caben las palabras.