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De Marconio Vázquez
ESPEJO
para Penélope
Una mujer se mira al espejo.
Escarchada de apetito,
su imagen sensualiza los instantes,
se apetece
El cascabel de su lengua escapa de la boca
y matiza la luz con su saliva.
Fija y al mismo tiempo cadenciosa
frente al reflejo,
ella es manzana que cuelga
de una rama del vidrio.
Pero sobre el cristal… no están sus ojos.
Ya no es ella la que observa
ni su aburrida noche
ni su pesado día:
el juicio y la sentencia se liberan.
Ya no es ella quien se mira,
son los ojos del amante.
No es ella quien se desnuda ante sí,
son los ojos del amante.
No es su piel abierta de poro en poro,
son los ojos del amante.
No es la torneada figura en el azogue,
son los ojos del amante
Una mujer se mira al espejo y grita:
“Así debes mirarme…”
©marconio
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