7.Feb.2025
TESTAMENTOS DE LUZ
Vine a tu casa, a la tierra de tus pies,
no para posar con la belleza
de tu indumentaria, ni para aparecer
como extranjero en tu rostro de galaxia,
entre verdes catedrales montañosas
y banquetes de mística Babel.
Vine a tu casa, no para despojarte
de tus tesoros y tus parcelas,
ni para arrancar tus raíces
de la tierra que te pertenece.
Vine a tu casa, para ver, como tu boca
enciende, el fuego de la madrugada,
para elevarme en el incienso
de tus ceremonias
y la fantasía neuronal
de voz creadora.
Vine a tu casa, con racimos
de interrogaciones y certezas
en el corazón, con un telar
de asombro en las pupilas,
con los ojos de Apolo,
ante el esplendor del arte
que respira por tus poros.
Vine a quemar mis vestiduras,
para vestirme con la seda indómita
de tu sangre ancestral.
Vine a purificar el corazón
que se halla inmerso entre las fauces
insaciables del progreso
y la vanidad egoísta del espejo.
Vine a tu casa, para aprender
de tu boca, la escritura de tu alma.
Vine a tu casa, para ver mis arrugas
en tu rostro de diamante plenitud,
para reconocer en tu sonrisa,
la inocencia y la empatía del festín.
Viene a tu casa, para comulgar
en tu mesa, los testamentos de la luz,
para calmar la sed
en los manantiales de tus ojos.
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