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El Cuervo es la obra de mayor popularidad de Edgar Allan Poe por la que el autor obtuvo reconocimiento internacional. Se publicó en 1845.

 

 

 
     
     
     
     
     
     
  Edgar Allan Poe  
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     

 

     
 

 

 
 
 

5.Mayo.2023

 
 

 

 
   

 

 
 

Fragmento del poema El Cuervo de Edgar Allan Poe

 

 

 

Cuán ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura

procurando en vano hallar

tregua a la honda desventura de la muerte de Leonora,

la radiante, la sin par

vírgen pura a quien Leonora los querubes llaman, hora

ya sin nombre... ¡nunca más!

Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras

me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,

de tal modo que el latido de mi pecho palpitante

procurando dominar,

«es, sin duda, un visitante —repetía con instancia—

que a mi alcoba quiere entrar:

un tardío visitante a las puertas de mi estancia..

eso es todo, y nada más!»

Paso a paso, fuerza y bríos

fue mi espíritu cobrando:

«Caballero —dije— o dama:

mil perdones os demando;

mas, el caso es que dormía,

y con tanta gentileza

me vinisteis a llamar,

y con tal delicadeza

y tan tímida constancia

os pusísteis a tocar,

que no oí» —dije— y las puertas

abrí al punto de mi estancia;

¡sombras sólo y...

nada más!

Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,

quedé allí, cual antes nadie los soñó, forjando sueños;

más profundo era el silencio, y la calma no acusaba

ruido alguno... Resonar

sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora

yo me puse a murmurar,

y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!

esto apenas, ¡nada más!

A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,

pronto oí llamar de nuevo, —esta vez con más violencia,

«De seguro —dije— es algo que se posa en mi persiana;

pues, veamos de encontrar

la razón abierta y llana de este caso raro y serio,

y el enigma averiguar.

¡Corazón! Calma un instante, y aclaremos el misterio...

—Es el viento— y nada más!»

La ventana abrí y con rítmico aleteo y garbo extraño

entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.

Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,

con aspecto señorial,

fué a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta

de mi puerta el cabezal;

sobre el busto que de Palas la figura representa,

fué y posóse ¡y nada más!

Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza

con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;

y le dije: «Aunque la cresta calva llevas, de seguro

no eres cuervo nocturnal,

viejo, infausto cuervo obscuro, vagabundo en la tiniebla...

Díme, ¿cuál tu nombre, cuál

en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...

Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»

Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,

si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;

pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura

que lograse contemplar

ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,

ave o bruto reposar

sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,

con tal nombre: «¡Nunca más!»

 

 

 

 

 

 
 
     
 

 

 
 

 

 
     
   

 

 

 

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