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más de
Julio Torri
Cervi
Dibujos
inéditos
de
Julio Torri-C. enviados por
Josep Viader, desde España para Tulancingo cultural
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Podría decir de él que fue
filósofo, poeta y loco y que su locura fue lo de mayor éxito porque era
enigmático, de una bondad extenuante pero escurridizo, lector ávido, de
extraordinaria memoria, simpatía inteligente, ocurrencias vigorizantes,
pensamiento agudo, extraña elegancia y penetrante mirada. Quienes lo vimos
trabajar con la tinta, lienzos y óleos, papeles en su máquina de escribir y
sus famosas libretas con sus escritos en caligrafía e ilustraciones
perfectas, rodeado de sus libros de filosofía, podemos decir que era un
artista: pintor, diseñador y escritor.
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Se han dicho muchas cosas de él, siempre se dijeron, desde que llegó por
primera vez a Tulancingo, fue su personalidad extraña, distinta de lo
acostumbrado en una población concentrada en el comercio, lo que lo provocó
y proliferaron las habladurías. Creo que no supimos mucho de él, que en
realidad cada uno de sus amigos captó una faceta y que nadie puede asegurar
que verdaderamente conoció todas sus facetas. Y fue incomprendido en nuestra
sociedad, era un loco que había llegado al pueblo ataviado de manera rara, a
un ambiente en que la gente, dedicada a satisfacer el qué dirán, a vestir lo
mejor posible porque los demás la van a ver, se preguntaba “¿qué, no se
bañará?” |
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Víctor Hugo Silva en su libro Julio Torri for dommies (2004, título
que, si Julio viera, tal y como él hubiera dicho, se levantaría de la tumba
para darle de bastonazos), comenta que fue “un maestro de las relaciones
públicas”, lo cual, al parecer de muchos es más bien todo lo contrario. La
franqueza de Julio no le permitía hacerse de este calificativo. Es verdad
que la gente lo buscaba, se sentía atraída por él, creo yo, debido a su
carisma, a todos esos rasgos de su personalidad que lo hacían
terriblemente interesante pero no por una maestría en las relaciones
públicas. Julio era capaz de decir cualquier cosa, el mayor de los insultos
y la gente volvía a buscarlo, a hablarle, a escucharlo con interés, quizás
porque no había dolo en sus palabras, por su bondad, por su desprendimiento
de lo material, su desapego de la carne, como decía él, o tal vez porque
estábamos embobados con sus conocimientos en una atmósfera como la de
Tulancingo en esa época. |
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Julio Torri estudió teología
en su juventud en la Universidad de Salamanca, España, y se ordenó sacerdote
unos 35 años después, aprendió pintura en Florencia, Italia, y, ya
establecido en México, entró a estudiar dianética, de la cual salió huyendo,
según sus propias palabras. Como lector ávido con gran capacidad de análisis
y de memoria, estudió por su cuenta todo lo que su tiempo le permitió. Fue
catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Trabajó en un
despacho de diseño gráfico, en el D.F., también realizó trabajos de diseño
en Tulancingo. Publicó un libro bajo seudónimo, Brújula Quinta, y
diversos artículos –entre ellos una serie sobre las leyendas de Tulancingo–
en El Sol de Tulancingo y el periódico Ruta.
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Escribió cuento largo, teatro,
poesía y ensayo, de los cuales tenemos poca información porque, con
excepción de las publicaciones, él regaló sus escritos a sus amigos y
"enemigos", como solía decir. Un fénix demasiado frecuente es una
obra de teatro de su autoría que montó su amiga Olga Martha Dávila en el
teatro de la Plaza de Sta. Catarina en Coyoacán un par de años antes de su
muerte, obra en la que él actuó en su primera puesta en escena, hace como 30
años, así que también la hizo de actor.
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A mí me entregó el original
(no sé si como amiga o enemiga) del segundo de tres tomos de Juan
Arenalde y tengo un poema que el buen amigo José Eugenio Ramírez me hizo
llegar, también guardo sus cartas y recados –unos recados maravillosos con
dibujos que me dejaba en las cafeterías o en las casas de los amigos o que
me enviaba con algún mensajero misterioso; recados cursis, simplistas,
ilustrados, cómicos, simpatiquísimos, locos– porque entre sus costumbres
estaba la de enviar recados a sus amigos (y hasta los que no lo eran),
recados dignos de publicación.
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Debo decir y con toda
seguridad que fue un magnífico artista plástico y diseñador gráfico que
manejaba colores, espacios y formas excelentemente, de un gusto muy
refinado, lo cual es probable que no sólo fuera habilidad e inspiración
propias de su personalidad sino también algo desarrollado a partir de su
educación, del medio donde nació y se desenvolvió, en una diversidad de
ambientes, de buenas escuelas y maestros, alta sociedad, intelectuales,
actores, escritores, artistas, bohemios y hasta políticos. Pintó alrededor
de 30 retablos, miniaturas en cobre, de una "Santa Pascuala" con textos en
español antiguo y, según sabemos, al menos unos 25 lienzos de grandes
dimensiones, la mayoría de ellos se encuentran en destinos desconocidos,
aunque tenemos noticia de que existen fotografías de parte de su obra.
Ignoramos si realizó más obra de la mencionada aunque es muy probable.
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Como dije antes, Julio se
dedicó a repartir sus escritos, sus pinturas, sus dibujos, sus palabras,
como para, contradictoriamente, dejar huella en todos aquellos privilegiados
obsequiados por él y al mismo tiempo como para hacer que se le perdiera el
rastro y que nadie pudiera reunirla en Las Obras Completas de Julio Torri
Cervi. Julio no quería ser reconocido ni homenajeado. Sin embargo, fue
un gran hombre que llegó a Tulancingo a señalar una diferencia que no ha
sido reconocida, su amistad estaba a disposición de todos y, quienes la
tuvimos, aprendimos mucho de él, fue “El Maestro”.
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No obstante sus deseos, me
atrevo a contradecirlo como siempre hice (no se levantará de la tumba porque
él sabía que lo haría) y a convocar a sus amigos, familiares y a quienes lo
conocieron a aportar información o a quienes tengan en sus manos algo de él
para documentarlo.
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[cco] |
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