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El poeta
chileno Alfonso Freire
en Tulancingo
Lo recibe la Universidad Politécnica de Tulancingo
Se
presentó en la Casa del Poeta Ramón López Velarde
Se entregó donativo de libros a la
Biblioteca
Reapertura de la Biblioteca
Ma.
Cristina
de la Concha Ortiz
El poeta
chileno Alfonso Freire en la
escuela Belisario
Domínguez
de
Actopan
Más de Esther
Alvarado
Más de
Alfonso Freire
El poeta
chileno Alfonso Freire en el estado de Hidalgo:
Tepatepec,
Mixquiahuala, Ixmiquilpan,
Progreso, Actopan, Pachuca y Tulancingo
Alfonso Freire
en la escuela Belisario Domínguez
de
Actopan
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El poeta
chileno Alfonso Freire
en la Casa del Poeta Ramón López
Velarde
Unión Latinoamericana de Escritores ULatE, Culturalcingo, A.C.,
Colectivo Morvoz
Presentaron Esther
Alvarado, Jacinto K'anul y Cristina de la Concha
De la poesía del
chileno Freire
por
Esther Alvarado
Crear y vivir son
sinónimos en la poesía de Alfonso Freire; escribe al ritmo de su respiración, su
aliento se siente a veces como murmullo, como eco, otras veces como un grito que
estremece cuando amalgama el discurso poético con la denuncia, cuando fusiona la
vida y la historia de nuestros pueblos originarios con la metáfora.
Hay una obra de
Alfonso Freire, cuyo valor rebasa los límites de la obra poética. Me refiero a
su adaptación lírica acerca de la Histórica Violencia en Nuestros Pueblos
Originarios, en este trabajo,
que realizara junto el poeta mexicano Orlando Ortiz,
se revela una dura verdad, un pasado inhumano y sanguinario, cuando parafrasea A
Fray Bartolomé de las Casas o Fray Bernardino de Sahagún, como un cruel
testimonio de la violencia histórica en México, una forma distinta de narrar con
toda su crudeza, las matanzas de los guerreros y de la gente de los pueblos de
Tenochtitlan,
de Tlatelolco. Alfonso Freire nos pone frente a los ojos, las palabras que
fueron escritas por los propios genocidas, por esos cobardes que la historia
oficial coloca en posición de héroes y que no fueron otra cosa que viles
asesinos. La palabra entonces, se convierte en una firme y dúctil herramienta
para releer las crónicas de la violencia de nuestro pasado común, que con su
adaptación lírica, Alfonso los convierte en un invaluable testimonio de verdad.
Una verdad que nos hace reflexionar sobre la historia de América, sobre los
métodos de invasión y dominio del colonialismo, una historia marcada por el
dolor y el sufrimiento. Una verdad que destruye el mito de la aceptación sumisa
de la sociedad anahuaca y la confusión de los peninsulares con Quetzalcóatl.
Alfonso escribe con un
nuevo lenguaje, lo despoja de ropajes de artificios, y así, con las palabras
desnudas, nos conduce hasta el fondo de lo humano, nos sumerge inesperadamente
en el amor o el abandono, el deseo, la pasión, o en la soledad a través de la
mirada de los pájaros nórdicos. Los poemas son un diálogo con las secretas
verdades que llevamos dentro, él las descubre, las explora, las extrae con la
fuerza y frescura del verso y hace casi tangible la ira, el dolor o la memoria.
Cada frase articula
una voz interior pletórica de imágenes poéticas, les da nombre, sentido, las
dota de cadencias para fecundar nuevas metáforas en la puerta de una iglesia o
en la esquina de una calle cualquiera, y de esta forma, hace nuevos poemas en
todas las ciudades que su mirada visita.
Los recursos
elocutivos derivan de un lenguaje libertario en la poesía de Alfonso Freire.
Libertad es el eje conceptual de su obra, la encontramos en las formas verbales
que se emancipan de los lugares comunes, en el trazo de los versos que eluden
arcaísmos, en los vocablos rotundos, en la clara y sencilla disposición
discursiva de sus textos que parecen huir de subordinaciones enrevesadas. Su
arquitectura narrativa, su creación poética, es un espacio abierto a la
conmoción espiritual, no se trata de armónicos sonetos, se trata de
sorprendentes juegos de elipsis, de interrogantes, elegías, guiños
autobiográficos y retos al orden establecido.
El río de la poesía
fluye en la palabra de Alfonso, un río profundo donde el deseo tiene sabor a
tierra, donde la amada es flor y agua de un sueño, donde un extranjero muere
colgado de un signo de interrogación, y la interrogación es la respuesta de una
verdad amordazada. La mano del poeta convierte la emoción en la voz que inventa
el lenguaje, en la mano que dibuja las palabras del verso.
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Fotos: Eric Marvaz
Cartel: Colectivo Morvoz
Alfonso Freire y Esther Alvarado
En su obra, en
su creación poética no existen las fronteras. Escribe sobre México y
para México desde Chile, escribe para el mundo desde cualquier plaza en
Noruega, porque su palabra es universal, porque el poeta habita en lo
humano y es humana la duda, el dolor, el deseo, o el asombro ante la
contemplación de la belleza, lo mismo que la ira ante la crueldad, la
guerra y la injusticia. Por eso la patria de Alfonso es tan grande,
porque en su poesía se disuelve la geografía y se hermana el
Popocatépetl con la Cordillera de los Andes, y se hace un solo desierto
entre Chihuahua y Atacama. Nos hermana la sangre derramada por los
mapuches y los mexicas, nos hermanan los golpes, los azotes, las
heridas, pero somos también hermanos de lucha y de esperanza. Es por eso
tal vez que en su poema “Territorios” dice
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Los
territorios ya no existen
han sido ocupados
por pueblos que alzan sus banderas
más allá de la memoria |
La poesía
tiene la magia de borrar las líneas divisorias, por eso la patria crece
y se hace grande, como grande es la palabra del poeta universal. Sin
lugar a dudas, Alfonso Freire es una voz sobresaliente en la literatura
contemporánea, es un privilegio tenerlo hoy con nosotros para escucharlo
y para compartir con él, esta noche de poesía.
Gracias.
Esther
Alvarado
Octubre, 2010 |
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