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Juguete
Barroco: dos años de tradición y vanguardia
En
estos días tristes en que uno tiene que
renunciar, cuando menos de manera temporal, a
aquello que ama, sólo quedar suspirar. Y con ese
suspiro apagamos las dos velitas que simbolizan
los dos años que alcanzó nuestra revista
electrónica sobre Arte,
Juguete Barroco.
Esperamos que los artículos leídos hayan sido de
gran interés y/o enseñanza para usted. Han sido
dos años magníficos. Agradecemos las primeras
colaboraciones, para el proyecto, de Eduardo
Arana y Luís Alanís Téllez. Agradecemos también
el esfuerzo de Ulises Paniagua, asiduo
colaborador y editor de diversos artículos. Pero
sobre todo, damos las gracias a todos los
artistas y creadores que con sus colaboraciones
y con su material, incluso con la sola
existencia de su obra, han hecho posible seguir
soñando en el Arte como una respuesta alterna a
este mundo cruel e insensible.
Un pueblo sin cultura está destinado al
fracaso.
Juguete Barroco,
ha luchado seguirá luchando, por conseguir más
velitas para alumbrar la oscuridad del mundo (la
oscuridad horrorosa, por supuesto), pues sabemos
apreciar la belleza de la verdadera oscuridad.
A todos los que han hecho este proyecto
posible: ¡Muchas gracias! No es un adiós, sino
un hasta pronto. Y si no has tenido oportunidad
de conocernos bien, te invitamos a curiosear
entre los números anteriores. Hay
artículos altamente recomendables.
Y, como es costumbre anunciar, en este
número 10, de Segundo Aniversario, presentamos:
Oficio de letras: Cristián, un poeta único.
Sonografía varia: Wolfgang Amadeus Mozart,
el Réquiem.
Gnoseología del color: Santiago Carbonell,
Roberto Cortázar, Agustín Castro: Vanguardia y
Tradición.
La verdad detrás de
El Ojo: dos
poemas de Ulises Paniagua, música de Eduardo
Arana y Diego Juárez
La isla: Malcom Lowry, tres poemas.
Foro abierto: Samuel Ramos ante la condición
humana.
Anita lava la tina: Charles Chaplin y Harold
Lloyd para despedirnos.
Con cariño y Atte: Consejo Editorial de
Juguete Barroco.
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