Inusitada
reunión literaria en
Bellas Artes
por René
Avilés Fabila
El pasado domingo, con
un lleno absoluto en la
Sala Manuel M. Ponce de
Bellas Artes, docenas y
docenas de autores de
minificciones se
reunieron a darle la
bienvenida a un libro
singular: la antología
Minificcionistas de El
Cuento, revista de
imaginación, integrada
cuidadosa y amorosamente
por Alfonso Pedraza. Al
mismo tiempo fue un
homenaje emotivo al
escritor Edmundo Valadés,
quien fundara y
dirigiera hasta su
fallecimiento la
legendaria revista, hoy
de culto. La
presentación de la obra
editada por Ficticia fue
divertida y gozosa. La
mayoría de los autores
seleccionados estuvieron
presentes e
intercambiaron
felicitaciones y hasta
nuevos libros. Allí
estaba una destacada
autora de relatos
breves, Queta Navagómez,
con su más reciente
libro: Hadas ebrias,
publicado por la UNAM, y
una lista enorme de
fanáticos del género de
mínimas proporciones.
Las palabras de los
presentadores fueron
reflexiones sobre el
origen y el éxito de la
minificción o del
microrrelato, según la
terminología, pero
también se refirieron al
gran Edmundo Valadés, a
sus méritos como un
logrado cuentista y su
legado como editor.
Alfonso Pedraza hizo un
recuento de quienes
colaboramos en la
revista El Cuento y los
clasificó por
generaciones y
nacionalidades.
No cabe duda que el
género breve, a veces
diminuto, que no debe
rebasar, según yo, una
página, que no debe ser
una frase ingeniosa o
una broma, sino un
relato articulado de
final inesperado, ha
tenido un enorme éxito.
Al mismo tiempo que en
el Palacio de Bellas
Artes aparecía la citada
antología, en la Feria
del Libro de Buenos
Aires se preparaban
lecturas sobre esos
cuentos de limitadas
proporciones, que han
triunfado de modo
aplastante sobre la
novela-río. En México,
es posible que los
orígenes estén en
autores como Julio Torri
y la poderosa presencia
del escritor argentino
Jorge Luis Borges, autor
de una de las mayores
revoluciones literarias
del mundo contemporáneo.
Pero es con narradores
como Juan José Arreola y
Edmundo Valadés que su
éxito se consolida y se
extiende. Basta con
asomarse a la multitud
de blogs de jóvenes para
probar la aseveración.
Imagino, no soy un
estudioso del género
como Lauro Zavala, sino
un practicante
consuetudinario que
arrancó la tarea de
hacerlos desde los 18
años de edad, que los
tiempos modernos son más
tolerantes con los
textos de medidas
reducidas que con las
novelas que nos amenazan
con tramas que rebasan
medio millar de páginas.
Alfonso Pedraza y
colegas como Marcial
Fernández de Ficticia,
Javier Perucho y Luis
Bernardo Pérez, entre
otros, han tenido la
paciencia de buscarlos,
recopilarlos y
escribirlos. Es una
hazaña en absoluto menor
que está viendo
resultados portentosos.
Comenzaron apoyados en
internet y en una
empresa editorial que ha
crecido con celeridad
gracias a esas historias
breves que suelen
desatar la imaginación
de los lectores. Las
minificciones o
microrrelatos, o como
quieran denominarlos,
están plenamente en el
reino de la fantasía
pura.