¿Linchamiento de
mexicanos en Brasil?
por René
Avilés Fabila
Familiares, defensores,
dirigentes panistas y
algunos usuarios de las
redes sociales se quejan
ruidosamente de que los
cuatro mexicanos
detenidos en Brasil por
manosear a una mujer y
golpear con salvajismo
al esposo están
encarcelados de manera
injusta, mientras que en
México los linchan
política y
mediáticamente. Sin
embargo, no son pocos
los periodistas serios
que analizaron el caso y
se tomaron la molestia
de investigar para saber
cuál es la manera en que
muchos compatriotas se
comportan en el
extranjero.
Es el caso del
periodista Jorge
Fernández Menéndez, cuya
seriedad y objetividad
es irreprochable.
Calificó, en principio,
como un hecho vergonzoso
la pésima conducta de
los mexicanos en Brasil.
Fue más allá en un
interesante afán de
saber cómo actuamos
fuera del país. Al
parecer, tan mal como
aquí. Sólo que en otras
naciones hay menos
corrupción, el
influyentismo es mínimo
y las leyes son severas.
Copio un párrafo de
Fernández Menéndez, no
tiene desperdicio: “Se
podrá decir que se trata
de una casualidad, de
una mala noche, pero es
algo que trasciende
Brasil. Se trata de
París, apagando con
orines la llama del
soldado desconocido en
pleno Arco del Triunfo;
se trata de Alemania,
con un joven borracho
que se encierra en un
búnker militar y tiene
que ser rescatado, se
trata de Japón frenando
con la llave de
emergencia el tren bala,
sólo como diversión, se
trata de Sudáfrica,
poniendo un sombrero
charro y un sarape a la
estatua monumental de
Mandela. En todos los
casos los responsables
fueron detenidos por las
autoridades y todos,
dejados en libertad poco
después, porque,
también, en todos los
casos, los vándalos
resultaron ser, como los
de Fortaleza, juniors de
la política o la empresa
que creen, como lo hacen
en México, que se puede
cometer cualquier
imprudencia o delito y
que no habrá
consecuencias”.
Recuerdo a un grupo de
mexicanos en Los Ángeles
en un hotel elegante.
Bebían en el bar,
gritando majaderías en
español y tratando de
conquistar a las
meseras. Visiblemente
eran turistas ricos.
Obvio, los
administradores llamaron
a patrulleros y los
echaron. La policía
norteamericana (lo he
visto varias veces) no
es la mexicana,
debilucha, sin carácter
ni educación, temerosa
de apresar a un grupo de
jóvenes poderosos y con
amigos en el gobierno,
con rudeza los
detuvieron. No supe más,
ni me importaba. Supongo
que el cónsul mexicano
corrió de inmediato a
apoyarlos y a defender
sus derechos humanos,
como si lo hiciera con
los indocumentados
nacionales que ahuyenta
la miseria de aquí y
allá son tratados de
modo brutal.
Que las prisiones
brasileñas son
lamentables. No las
conozco, pero he
visitado algunas de las
mexicanas y son
patéticas. Si la
justicia brasileña está
mal, dudo que la
nacional sea perfecta. Y
si se quiere que la
imagen de México mejore
en el extranjero debemos
comenzar por casa. Dejar
de lado la corrupción,
combatir eficazmente el
narcotráfico, darle
especial énfasis a la
educación y la cultura.
De otra manera cada vez
que muchos mexicanos
salgan del país habrá
que esperar algún
desaguisado.
No es un problema de
patriotismo, al
contrario, es cuestión
de respeto y educación.
Si en México les
permiten a los fanáticos
del futbol agredir el
Monumento a la
Independencia, donde
están los restos de
quienes lucharon por
ella, o prestan el
Monumento a la
Revolución, edificio
fúnebre donde están
enterrados los cuerpos
de varios combatientes
revolucionarios, el
general Lázaro Cárdenas
entre otros, para que
hagan tocadas de rock y
verbenas, bueno, pues
nos lo merecemos. En el
extranjero hay otras
costumbres y valores
distintos por fortuna.