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por Cristina de la Concha
Tenango de
Doria y sus tenangos
Corre el hilo vertiginoso entre las hebras de las telas, la
aguja salta de un lado a otro casi sin dejarse ver, los dedos
que suben y bajan como los suelos de su región, prendiéndose
cada vez entre la tela, avanzan en una hoja, una ala, un pico,
un pavorreal, una ortiga mudando su color en cada fragmento,
color que vive cada uno en su forma, en su concepción, sobre el
blanco, sobre el negro o sobre cualquier otro, alegran los
ánimos los arcoíris plasmados con la multifacética fauna
fantástica, altiva, presumida, se muestra orgullosa de sus
creadores y sus recreadas figuras, flora reverdecida, asoleada,
azulada, nublada, húmeda, carmesí, rosada y violeta y violentada
por unos plagiarios que no pudieron sustraerse de la tentación.
Tenangos llaman a los bordados de este poblado, Tenango de
Doria, de la región otomí tepehua en el estado de Hidalgo, a una
hora y media de Tulancingo en auto hacia el norte, la carretera
nos lleva.
Como sus parajes, húmedos como la brizna sobre sus calles, roja
como su suelo, bella como sus paisajes, Tenango de Doria nos
habla con sus bordados, con las imágenes que plasma en
pigmentadas hebras y nos dan vida en cada una de sus obras, con
exuberantes verdes, la cotidianeidad del barrio, rocíos que
resbalan entre las hojas, las gotas dan brillo al paisaje y a
las tradiciones locales, el cuerpo se refresca de mirarlos, la
tierra roja que acoge con su calidez el andar de sus pobladores.
Venados, aves, papagayos, conejos, liebres, serpientes, flores,
margaritas, hojas, peces en el surrealismo tenanguense se
plasmaron en una obra gigante para mostrarse al mundo, el
pueblo, todo junto, en una labor misma en la defensa de su
cultura.
Con sus agujas, mujeres y hombres escribieron sus derechos sobre
su bordado regional, esos que marcas abusivas pisotearon para
lucrar a precios exorbitantes con lo que reconocen el valor
estético que creó esta población hidalguense pero que malamente
intentan apropiarse colocándole su etiqueta.
1,270 artesanos de diferentes localidades de Tenango de Doria se
unieron para realizar “el bordado más grande del mundo”, un
lienzo de la República Mexicana de 103 metros cuadrados,
trabajando más de diez horas, con diversas
representaciones de la cultura, flora y fauna del país que fue
certificado por el Guiness World Record.
La descomunal actividad fue coordinada por Norberta González
Jiménez, artesana que ha bordado toda su vida, y Susana
Hernández Núñez, bordadora originaria de la comunidad de El
Dequeña, diseñó el mapa gigante e investigó sobre la flora y la
fauna de los diferentes zonas para plasmarlos en el lienzo en su
lugar respectivo.
Con 110 metros de manta y 75 mil metros de hilo, esta obra
gracias al reconocimiento otorgado por el Guiness World Record, viajará por el mundo como obra del pueblo de Tenango de
Doria en una exposición itinerante para dar a conocer a los
verdaderos autores de estos bordados, el
Vaticano es uno de los primeros puntos de exhibición de “el
bordado más grande del mundo”.
Gracias a Pats Gómez, quien también participó en el bordado,
publicamos estas fotos que muestran cómo se fue llevando a cabo
esta labor y a algunos de los artesanos que colaboraron en esta
causa.
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