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11.Ene.12

 
 

La estética fragmentaria y el privilegio de existir

Por Magno Fernández dos Reis

 

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Pedro Calderón de la Barca, 1636-1673

 

¿Qué es hoy el barroco y el neoclásico aún para nosotros? Creo que la grandeza de la ciudad está ciertamente en la conservación del patrimonio y en la aspiración por mejorar lo que es la ciudad. Las fachadas de las casas y de las iglesias son un sueño que nace del corazón del tiempo. Lo que debe interesarle al lector es descubrir los secretos y las ideas ocultas en las fachadas de las casas que puedan ser provechosas más allá de todos los hechos. San Cristóbal de Las Casas es un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de diferentes lenguajes visuales; es un lugar de trueque de palabras, de colores, de recuerdos.

Las portadas barrocas de las escasas casas e iglesias que resistieron al Neoclásico se abren y se cierran con imágenes de ciudades felices. Desgraciadamente, los historiadores y  los académicos locales no tienen ojos para ver el arte, ya que sus estudios están volcados a la historia política. No comparto con el historiador Juan Pedro Viqueira la idea de que “la plástica chiapaneca del siglo XVI y XVII tiene como objetivo esencial ilustrar los dogmas de la iglesia católica, acercar a los fieles, la gran mayoría de ellos indios recién convertidos” porque a mi modo de ver, la  esencia de  San Cristóbal de Las Casas puede ser encontrada en las características propias del pueblo y en las diferencias que nacieron del diálogo entre el  arte colonial de Oaxaca y el arte guatemalteco. La pequeña y mutilada portada del siglo XVI en la calle que va de la torre del Carmen a la Catedral y la Casa de Mazariegos nos aclara que la principal preocupación del arte es con la libertad de expresión. El lenguaje visual de San Cristóbal de las Casas fue cegado, mutilado y empobrecido. En este siglo, hemos contribuido al empobrecimiento de San Cristóbal de Las Casas al permitir (por omisión y miedo)  la destrucción de esta unidad. Las fachadas de la mayoría de las casas antiguas perdieron sus características barrocas y su lenguaje visual; y en la arquitectura moderna el lenguaje es insignificante.  Para que  la ciudad de San Cristóbal de las Casas nutra su magia, es preciso rescatar las figuras de lenguaje de la opacidad en que se halla hundida. Cuando Efraín Bartolomé afirma que los gatos beben agua lunar en los tejados de las casas, nos enseña a ver San Cristóbal de las Casas de forma nueva y a rescatar los raros leones que están en el friso del  primer cuerpo de la catedral, arriba de los nichos.

El gato pincelado por el poeta presenta como novedad lo que ojo humano presencia como monotonía enturbiada. ¿Por qué las caras de estos leones de la fachada de la Catedral son casi humanas?  En las vigas de la puerta es posible entablar una charla con la figura ideada para ser una sirena donde el artista hizo de ella una mujer-serpiente con rostro entre los pétalos de flores. Ese tipo de figuras no corresponden al gusto de la época, reflejado en las bases guatemaltecas, sino que se distingue de las soluciones barrocas prehispánicas, por una fragilidad, por una figura sensual y delicada  eminentemente indígena. Es la solución indígena de la Ciudad Real.  Es la presencia indígena en la catedral ya que la serpiente representa a los dioses mayas, el barroco de San Cristóbal de las Casas fue, por perfección, lleno de “chiapanequidad”  y entrañado de amor a la cultura prehispánica, al descendiente de los mayas.

Desde la decoración de la fachada de la catedral y del templo de Santo Domingo  compuesto de motivos vegetales, tallos, hojas y flores, estos artistas anónimos (indígenas) aprovecharon la oportunidad de representas escenas de las ciudades prehispánicas. El espíritu barroco está presente en la organización de las figuras y en  la composición general de la portada de la catedral.  Si la poesía de las fachadas barrocas es sencilla, natural, tierna y chiapaneca, las escenas del arquitecto Carlos Z. Flores son complejas, notables, occidentales. El  movimiento contra el barroco, del cual nacería el  Neoclasicismo en la Ciudad Real a mediados del siglo XIX tuvo como a uno de sus inspiradores al arquitecto Carlos Z. Flores, entusiasta de Vignola. Carlos Z. Flores ve en la monumentalidad y en la suntuosidad del Barroco una deformación del arte, cuya característica para él es la de la delicada simplicidad y serena grandeza. Hoy, el espectador puede comprobar que  un san cristobalense aplicó aquí las teorías estilísticas de  Vignola con sencillez conmovedora.  Esa grandeza es interpretada  por el regreso a la simetría, al frontón y a la columna, al uso austero del color blanco o cenizas en las paredes. El lienzo “La Batalla del 5 de mayo”, de Anselmo Ruedas tiene característica “neoclásica” porque hay un predominio despótico de la forma sobre el color y el tema histórico elegido por el artista es tratado con rigor didáctico.  El historiador Francisco de la Maza (UNAM) advierte al espectador que las columnas sustituidas por Flores en 1920 en la Catedral tienen el acierto de añadir solemnidad al interior, pero Maza nos propone discutir el peligro estético que entraña la transformación de una basílica de carácter mudéjar a otra de tipo latino. Sin embargo, creo que la energía de las fachadas barrocas y neoclásicas de la ciudad de San  Cristóbal de Las Casas es para redimir la vida y sacarla de su obscuridad. Las escasas figuras de las portadas de las iglesias barracos que nacieran de las manos indígenas y  las láminas de Vignoli transplantadas por Z. Flores a la arquitectura civil de San Cristóbal de Las  Casas es un auxilio a la frágil existencia humana. La función simbólica de las fachadas y de las ventanas de la arquitectura civil (barroca o neoclásica) es conferir a la experiencia de la belleza, el poder de complementar una vida mutilada y fragmentada.  La experiencia de lo simbólico en la fachada de la catedral (barroco) o en las formas concretas (neoclásicas) casi abstractas constituye un “fragmento estético” del tiempo que nos permite proteger la vida. Las obras de Flores son identificadas por el espectador por el espíritu formal de pureza  y apego a las láminas de Vignoli.  La sirena labrada en piedra (barroco) en la portada de la Casa Mazariegos me proporciona la evidencia de que algo efectivamente pasó entre los hombres (indígenas y europeos).

El arte nos permite descubrir, por un instante, el pasado en el  futuro y en el presente.

Sin duda mi contemplación estética, o sea mi encuentro con las figuras barracos en las fachadas de la Casa Mazariegos, me remite a la totalidad del mundo a y la existencia humana que encuentro en las obras de Alfredo Volpi  y en el lienzo Abaporu de Tarsila do Amaral obras que inspiraron el siguiente manifiesto: Una conciencia participante, una rítmica religiosa.Contra todos los importadores de la conciencia enlatada. La existencia palpable de la vida. Y la mentalidad pre-lógica para que la estudie el Sr. Lévy-Bruhl. Queremos la Revolución de los indios Caraibas. Mayor que la Revolución Francesa. La unificación de todas las revueltas eficaces en la dirección del hombre. Sin nosotros, Europa ni siquiera tendría su pobre declaración de los derechos del hombre. La edad de oro anunciada por América. La edad de oro. Y todas las girls. Filiación. El contacto con el Brasil Caraíba. Où Villegaignon prit terre. Montaigne. El hombre natural. Rousseau. Caminamos de la Revolución Francesa al Romanticismo, a la Revolución Bolchevique, a la Revolución Surrealista y al bárbaro tecnificado de Keyserling.... Oswald de Andrade. Piratininga, Ano 374 da Deglutição do Bispo Sardinha.

 

 

 
 
 

 

 

 

 

 

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